Hoteles Palace, la crème de la crème
Cinco estrellas no son suficientes para el eterno sibarita francés. Y eso que el límite fue ampliado en 2009, desde las cuatro marcas tradicionales en territorio galo. La oficina nacional de turismo, Atout France, asume que en la máxima categoría también hay diferencias y por eso solicitó la creación de una etiqueta que valore además "la situación geográfica, el interés histórico o una estética particular", entre otras características. Así fue como nació la distinción Palace, otorgada por primera vez el mes pasado.
Ocho han sido los primeros elegidos al galardón, concedido por un jurado de expertos y con una duración de cinco años. La mitad se encuentran en el París monumental, pero también se han escogido localizaciones de playa y de montaña. En total, fueron 14 los candidatos, de los cuales casi la mitad no ha podido cumplir requisitos como una relación de 1,75 empleados por llave, entre 50 y 200 habitaciones, y mayor número de suites que cualquier cinco estrellas al uso. Mientras tanto, otros establecimientos de reconocido prestigio no se han presentado o estaban de reformas.
La decisión del comité ha dejado algunas sorpresas y decepciones. Nadie entiende que legendarios establecimientos como el Ritz o el George V parisinos hayan sido descalificados. Y entre los ganadores también hay quien habla de "victoria amarga", como es el caso de François Delahaye, presidente del grupo Dorchester Collection (propietario del Meurice y el Plaza Athénée). "La prensa internacional considera al George V como uno de los mejores del mundo y su ausencia en esta lista no hace sino desacreditar la distinción y al jurado", declaró recientemente a Le Figaro.
Criterios dispares
A nivel internacional, no existe un sistema unificado de clasificación hotelera. En EE UU es popular la valoración por diamantes de la Automobile Association, y también se encuentra muy extendida la jerarquía alfabética de la A a la F. Atrás quedan intentos como el World Hotel Rating, por establecer un método uniforme en todo el mundo.
En países como Alemania, Austria o Suiza son las propias asociaciones hoteleras las que se encargan de establecer los rankings, que han dado pie a un standard europeo que llega a las habituales cinco estrellas -más una S en el caso de lujo excepcional.
Casos sonados en los medios como los hoteles de más de cinco estrellas resultan más bien anecdóticos. Así, el Burj Al Arab de Dubai suele ser considerado como un hotel de "siete estrellas" sólo porque una publicación británica lo describió de tal manera en una reseña de viajes.