La sociedad después de la debacle financiera
"El capitalismo financiero acumula y no produce nada, salvo una sucesión de burbujas y la peligrosa vecindad entre la inmensa riqueza, el derrumbamiento financiero y la crisis social". El sociólogo francés Alain Touraine, último Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, arranca con ese concepto su recién publicado Después de la crisis: Por un futuro sin marginación. El libro, editado por Paidós, supone un ensayo sobre las causas y consecuencias de la llamada Gran Recesión, no solo desde el punto de vista económico, sino también político y moral.
Según el autor, las crisis económicas recientes nacen de una separación de la economía financiera, a menudo contaminada por la voluntad de enriquecimiento personal de los dirigentes, y la economía real, que no es definible al margen de los conflictos sociales y la intervención del Estado.
A su juicio, tanto Estados Unidos como Europa conceden hoy poco poder a quienes hacen avanzar la producción, la ciencia, la educación, la sanidad o las artes, mientras que entronizan a los maximizadores de beneficios y a los especuladores.
La distancia entre economía real y economía financiera alcanzó su apogeo en 2007, justo cuando se desató la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos. La multiplicación de los productos derivados y la transformación de créditos en títulos bursátiles por parte de los bancos pusieron en juego ese año 60 billones de dólares, doce veces el PIB mundial. En opinión de Touraine, especializado en sociedad postindustrial y movimientos sociales, la crisis derivó en buena medida de un pensamiento económico dominante, el neoliberalismo, según el cual el mercado es capaz de restablecer sus equilibrios cuando se vieran amenazados.
El autor señala a un grupo de culpables entre los dirigentes estadounidenses, desde Alan Greenspan y Ben Bernanke hasta Hank Paulson o el mismo George W. Bush. Pero también denuncia por su silencio a los intelectuales, los sindicatos y los medios de comunicación. A su juicio, ese silencio culpable se debió a que los grandes principios y las ideas justas "no tienen mucha importancia frente a los actos que deleitan a la población, feliz de vivir por encima de sus medios". Una historia conocida, que a los niños se les cuenta con una cigarra y una hormiga como protagonistas.
El volumen, de 176 páginas, plantea una serie de escenarios posibles para después de la crisis, que incluyen la catástrofe total en Europa y la reconstrucción del modelo social recuperando la primacía del individuo. Ideas, en todo caso, que invitan a la reflexión.