Trichet propone crear un Ministerio de Economía que vigile la zona euro
El presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, recibió ayer el Premio Carlomagno en Aquisgrán y aprovechó la ceremonia para leer un testamento político con vocación de marcar el futuro de la zona euro durante varias décadas.
Las palabras de agradecimiento por el galardón dejaron paso enseguida a un discurso preñado de propuestas. Alguna tan ambiciosa como la de nombrar un superministro de Economía con capacidad de tutelar las finanzas de todos los socios del euro e, incluso, de imponer su criterio cuando la política de un país amenace la estabilidad del resto.
"En la Unión de mañana, con un mercado único, con una moneda única y con un banco central único, ¿es exagerado plantearse un Ministerio de Finanzas para toda la Unión?", se preguntó Trichet en el Salón del Reino del Ayuntamiento de Aquisgrán. Y el francés se mostró convencido de que esa nuevo contrapreso político a a la autoridad monetaria del BCE será imprescindible. E incluso, ante una audiencia que incluía desde el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, hasta el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, apuntó ya sus futuras competencias.
Superministro
El nuevo ministro, según Trichet, deberá asumir la supervisión de la política fiscal y macroeconómica (en relación con la competitividad) de los países que comparten la moneda única; controlar la integración del sector financiero; y representar ala zona euro en la escena internacional.
Trichet, que dejará la presidencia el próximo 31 de octubre tras ocho años en el cargo, completó su propuesta con otra más urgente, a su juicio, y sin duda más conflictiva: la de que Bruselas asuma ya el control de la política económica en los países que, tras ser rescatados por la zona euro, no aplican el ajuste presupuestario exigido. El Carlomagno 2011 no mencionó a Grecia. Pero en la Sala quedó claro quién perdería su soberanía al primer mandoble.
La peligrosa recta final de un largo mandato
El discurso de Trichet ayer en Aquisgrán sonó a despedida. Pero al francés le quedan cinco meses en Fráncfort que pueden decantar el veredicto sobre sus ocho años de mandato. En breve se decidirá el pulso de Trichet contra la reestructuración de la deuda griega, una apuesta en la que se ha enfrentado a Berlín y Bruselas. Aunque parece a punto de ganarla, los mercados no descartan que el desplome de Atenas doblegue al BCE.A Trichet también le corresponderá modular el endurecimiento de los tipos, que mantuvo dos años en el 1%, hasta el pasado 13 de abril. Los halcones alemanes desean doblar antes de fin de año el tipo actual (1,25%), pero Trichet quizá no olvide quién le inspiró el peor error de su mandato: elevar los tipos en julio de 2008, en plena hecatombe financiera.