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La opinión del experto

Todos me dicen que soy muy sénior

Andrés Fontenla reconoce que las dificultades del mercado laboral hacen que muchos profesionales 'escondan' sus capacidades para acceder a un empleo y propone algunas alternativas

Soy seleccionador de mandos intermedios y, que yo sepa, no me han colado nunca un currículo B, si bien no hace mucho un excelente profesional desvinculado (eufemismo para no mencionar la palabra "en paro" o "desempleado"), lamentaba su condición con un "todos me dicen que soy muy sénior". La realidad es que hay quien prefiere personas menos formadas y menos capaces a las que se les puede ofrecer un salario menor. Fue lo que le dije a este profesional y lo creo. Pero mi reflexión no es sobre captar a personas con menos experiencia y menor retribución, sino sobre qué hacer cuando todos te dicen que eres muy sénior.

Comprendo el enfoque y me suscita empatía. Entiendo que ante circunstancias laborales adversas, como un paro continuado, se opte por rebajar las expectativas. Para empezar, se trata de personas a las que no se les caen los anillos, con humildad, determinación y capacidad de adaptación al entorno, el que sea: de éxito o de adversidad. Pienso que en tal situación adaptar un currículo a una oferta de trabajo con un nivel de responsabilidad inferior a la habitualmente desempeñada no solo es humano, sino lógico y trasluce interés e ingenio.

Es alta la tentación de aceptar una oferta laboral que a priori está por debajo de tu capacidad, pero que se te pone al alcance de la mano cuando estás buscando empleo. Y es lícito aceptarla de forma transitoria aunque es recomendable compartir con el empleador, en la medida de lo posible, las expectativas de cambio, pues ello redundará en beneficio de ambas partes y en una relación de mayor calidad. Sin embargo, ocultar información en el currículum no es la mejor forma de comenzar una relación laboral. El ingenio y adaptación inicial pueden devenir en desengaño y fraude de expectativas.

No soy partidario de ocultar información, aunque sí prepararla de la forma más adecuada a la oferta de trabajo. Luego, en la entrevista, se puede contar y permitir al seleccionador que haga su evaluación con todos los datos y criterios que necesite. Puede que no consiga el puesto, pero dejará una huella emocional muy positiva. O puede que sí lo consiga, pero con la verdad por delante, de forma que la experiencia sea beneficiosa para ambos: empresa y profesional.

Las personas muy cualificadas que estén en búsqueda de empleo en estos días (además de adaptar sus historias profesionales) han de tener un pensamiento muy abierto y flexible, y tocar todas las teclas. Es necesario activar la red de contactos y mantenerse alerta ante las oportunidades que puedan presentarse en todos los frentes. Es posible que un empleo similar al anterior desempeñado pueda tardar en llegar. Hay que anticipar situaciones, ponerse fechas, marcarse metas, mentalizarse. Es un momento que hay que aprovechar para conocerse a sí mismo: cuál es mi aportación, qué valor añadido puedo proporcionar, en dónde me considero especialmente preparado, qué es lo que más me gusta, hacia dónde quiero orientarme. Conviene mirar hacia atrás, rumiar la trayectoria, conocer bien los logros y los grandes impulsores de mi carrera, pero también los posibles fracasos y las áreas de mejora. Luego hay que proyectarse al futuro; delante de un empleador he de saber cuáles son mis áreas de interés y de especialización.

Entre tanto, hay que buscar opciones. Pienso en el interim management, una figura muy al alza en estos tiempos. Se trata de ofrecer servicios profesionales muy cualificados por cuenta ajena de forma puntual y generalmente breve en el tiempo. También las colaboraciones como freelance permiten seguir activo y conectado al área de especialización, a la vez que permiten la generación de ingresos y mantienen la vinculación a la comunidad de expertos. Y seguir formándose; a pesar de que a veces parezca una desventaja por la inversión que implica, no lo es. Nunca lo es. Eso sí, formarse en áreas emergentes o bien en las que se tengan carencias y, por supuesto, que sea un programa que nos apasione. La pasión suele ser garantía de que antes o después lo lograremos.

También en estos días de currículos B son momentos de reflexión interna en donde me cuestiono qué nos hace dar con el candidato más idóneo para nuestro cliente. Y es que no solo la trayectoria laboral importa, es necesario estudiar el perfil integral del profesional, el estilo de pensamiento y comportamiento, sus principales valores encajados en los del sector y la empresa en particular, al igual que las competencias profesionales clave para el éxito en la posición. Nos valemos de herramientas propias de valoración que son cruciales y sirven de gran apoyo. Pero también del criterio que te da la experiencia, que te permite mirar más allá de la pura progresión y consistencia profesional.

Todos me dicen que soy muy sénior parece el título de un tema musical que seguramente hablaría de la decepción ante una vida de éxito profesional rota por la crisis. Pero ¿y si le damos la vuelta y cambiamos la letra?

Andrés Fontela. Director general de Futurestep

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