La demanda de tecnología abre camino
En los últimos años del siglo XX, los responsables empresariales del sector de la tecnología auguraban un crecimiento sostenido de cerca del 20% anual para un buen trecho de años, para décadas incluso. Aunque la crisis de las puntocom, primero, y la crisis financiera después, quebró la tendencia tanto de la inversión empresarial como la demanda de consumo, ha sido de nuevo la primera actividad en retomar el crecimiento, incluso en España. Los datos aportados por la patronal que agrupa a las empresas dedicadas a la tecnología de la información revelan que si en 2009 el recorte de la demanda fue aún muy fuerte (9%), en 2010 se han estabilizado las ventas, y en determinadas franjas ha empezado la recuperación de forma sostenida.
El principal motor de la reactivación está precisamente en la demanda de los hogares, mientras que la de las empresas mantiene tasas negativas o estables en el mejor de los casos. Seguramente el hecho de que el equipamiento de los hogares en tecnologías de la información sea aún una tarea sin completar en España explica este comportamiento, que podría mantenerse en los próximos años, especialmente si la evolución de la economía mejorase después de tres largos años de crisis. Además, de confirmarse sería una de las señales más explícitas del giro, aunque fuese de manera muy parcial, del modelo de crecimiento de la economía.
A fin de cuentas, aunque la demanda de tecnología de la información por parte de los agentes económicos genera actividad, no es sino un medio para transformar la producción y proporcionar valor añadido a los servicios ofrecidos por los proveedores de contenidos. Pero tampoco es en sí misma una actividad despreciable, puesto que factura cerca de 90.000 millones de euros al año, nada menos que el 8,5% del PIB, y en las últimas décadas ha abanderado siempre la inversión y la recuperación tras los procesos recesivos. En una economía en la que la inversión en tecnologías de la información se mantiene a bastante distancia de los países centrales de la Unión Europea, de Japón o de Norteamérica, tanto en las empresas como en los hogares, las autoridades deben mantener todos los estímulos posibles para absorber el diferencial, puesto que es precisamente en este tipo de equipamiento donde se juega buena parte del futuro de la economía.
Más allá de la producción manufacturera, en la que España arrastra limitaciones difíciles de absorber, el acceso con capacidad suficiente a los servicios de la información, tanto en datos como en voz, es imprescindible para competir en una sociedad globalizada en la que las TIC, después de la formación del capital humano, son la variable decisiva. Por ello, cuantas más vías de estímulo al uso del equipamiento tecnológico se pongan en marcha, más terreno ganarán la economía y la sociedad españolas.