Las razones de la multa de los 1.000 millones
Hay un antiguo proverbio chino que habla de la necesidad de relativizar la suerte y de no apresurarse a la hora de definir un suceso como bueno o malo, porque nadie sabe lo que traerá a la postre.
El protagonista del consejo oriental es un campesino chino, que advierte a su hijo de la variabilidad de la vida y los acontecimientos. En otra era y a varios miles de kilómetros de distancia, Carlos Slim, el hombre más rico del mundo según la clasificación de la revista Forbes, debe de entender ahora de qué estaba hablando el anciano sabio.
Y es que las operadoras que posee han sido las dueñas absolutas del mercado de telecomunicaciones de México, con cuotas superiores al 80% en telefonía fija y al 70% en móvil. Pese a ello, América Móvil (la sociedad que controla las operadoras de Slim en los distintos países) ha conseguido durante años escapar del control de las autoridades de competencia mexicanas. Varias fueron las investigaciones que intentaron declarar dominantes a sus filiales nacionales y ninguna llegó a conseguirlo.
Es probable que el magnate mexicano considerara buena suerte este hecho. El sabio oriental le hubiera dicho que esperara a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos. Y hubiera acertado.
Hace poco más de un año, la situación de las operadoras de Slim cambió. La Comisión Federal de Competencia (CFC) cerró una investigación de dos años en la que declaró dominante a Telcel, la operadora de telefonía móvil del grupo en México.
Ahora, este mismo organismo ha impuesto una multa histórica de 1.000 millones de dólares (el equivalente a 685 millones de euros) a Telcel por prácticas contrarias a la competencia. Este castigo es fruto de la denuncia en pleno de los rivales de la operadora celular, con Telefónica a la cabeza.
La sanción se conoció hace unos días, pero fue el domingo cuando las autoridades de competencia explicaron los detalles del porqué de la sanción. Y la razón es sencilla: Telcel cobró durante años a sus rivales un precio excesivo por terminar en su red las llamadas que iniciaban los clientes de sus competidores. Según la CFC esta tarifa era superior incluso a la que Telcel aplicaba a los clientes finales.
La conclusión es evidente: la operadora de Slim impedía en la práctica que sus rivales compitieran con ella. Por mucho que Telefónica y otras operadoras de móvil intentaran ajustar sus tarifas, siempre iban a ser superiores a las de Telcel, ya que solo el coste mayorista (el que pagan por usar la red de la operadora de Carlos Slim) ya era más alto. La única manera de rebajar sus tarifas era perder dinero, es decir, ponerlas por debajo de costes.
Las consecuencias de esta actitud han sido varias. Según la OCDE, los precios de la telefonía móvil en México están bastante por encima de la media. También la cuota de Telcel es muy superior a la normal en otros países con las telecomunicaciones liberalizadas, con el consiguiente poder de mercado que eso implica.
Lo que sorprende, realmente, no es que Telcel intentara frenar la competencia (todos los ex monopolios lo han hecho en menor o mayor medida y ahí están las sanciones para demostrarlo), sino que lo consiguiera durante tanto tiempo y con tanto éxito. Pero de ahí viene el calibre de la multa: 1.000 millones de dólares, una cifra sin precedentes y la más alta que se podía imponer, según la legislación vigente en México. Y aquí es donde entra otra vez en juego la suerte; quizá la buena fortuna de Slim durante tanto tiempo haya sido responsable de que ahora la parte mala sea tan cuantiosa y el castigo se haya decidido ejemplar.
¿Significa eso que la buena suerte recae ahora en Telefónica, la principal rival de Telcel en el mercado mexicano? Es mejor no precipitarse, diría el viejo sabio. La historia está ahí y no sería la primera vez que Slim logra ganar imposibles en los tribunales. Además, Telefónica ya no está sola entre los grandes. Otro gigante azteca, Televisa, acaba de aterrizar en el mercado. Todo apunta a que algo está cambiando en las telecomunicaciones de México, pero habrá que esperar a ver quién sabe aprovecharlo.