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Tribuna
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Los nocivos humos

La propuesta sobre corresponsabilidad del conjunto del sector energético para asumir los costes de los incentivos a las tecnologías renovables del sector eléctrico - iniciativa que la Fundación Renovables promovió nada más constituirse- se ha convertido ya en un elemento central del debate energético en nuestro país. La Subcomisión del Congreso de los Diputados para diseñar una estrategia energética a 2035 la ha incluido en sus conclusiones y lo ha hecho porque está fundada en argumentos sólidos, razonables y realistas.

El principio fundamental por el cual se reclama que todo el sector participe del esfuerzo de financiar la curva de aprendizaje de las renovables es que, cuando se plasman en las políticas energéticas los objetivos de penetración de las energías limpias y autóctonas, hablamos siempre de energía en general, de energía final. Son las peculiaridades del conjunto de usos y tecnologías, los efectos nocivos en el medio ambiente de las energías fósiles, la dependencia absoluta del exterior en el suministro de estos recursos, la volatilidad de sus precios y su negativo efecto en nuestra economía, los que justifican la apuesta por políticas que respondan a los criterios de sostenibilidad ambiental, seguridad en el suministro y competitividad. Es obvio que todas las energías deben contribuir a hacer posible el objetivo político de participación del 20% de renovables en el consumo energético final aunque se le otorgue al sector eléctrico un papel predominante, asignándole un objetivo del 40%, teniendo en cuenta sus características técnicas y económicas. Es obvio también que es necesario distribuir el coste asociado al desarrollo de las energías renovables entre quien cumple en la consecución de ese objetivo y también entre quien no cumple, penalizando en este último caso con las herramientas oportunas.

Es por tanto todo el sistema energético el que tiene que adaptarse a esas nuevas exigencias aunque algunos se aferran a un insolidario "que cada palo aguante su vela", como recientemente afirmaba un destacado dirigente del sector petróleo, como si la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, la reducción de nuestra suicida dependencia exterior o tener una senda de evolución de precios previsible fueran responsabilidad exclusiva del sector eléctrico.

En estos días en que está muy presente en la opinión pública el debate sobre las nuevas medidas contra el tabaco podríamos establecer un paralelismo con la reticencia de estos sectores que no solo quieren perpetuar la emisión de sus humos (no inocuos pero sí responsables del cambio climático) sino que pretenden desmarcarse absolutamente del tratamiento de la enfermedad. Es como si los costes que producen los humos de nuestros fumadores los tuvieran que poner de su bolsillo exclusivamente los que no fuman.

Efectivamente, en nuestro país, el esfuerzo que se ha hecho en el desarrollo de las energías renovables lo está pagando -o lo va a pagar tarde o temprano salvo que se considere esta propuesta- el consumidor de electricidad ya que este es el sector en el que mayor esfuerzo ha hecho, mientras que en el transporte, con una testimonial introducción de los biocombustibles, se mira para otro lado. A esto se añade el hecho de que tenemos un recibo de la luz por encima de la media europea y, por el contrario, uno de los precios más bajos de gasolina y gasóleo -dado que la fiscalidad es muy inferior al resto de nuestros vecinos-, cuyo consumo incide directamente en los tres problemas fundamentales de nuestro modelo energético.

La señal que se está enviando a los consumidores es que es mejor usar la energía contaminante y de la que dependemos al 99,9% del exterior en lugar de la electricidad en la que hay un importante desarrollo de las renovables penalizando la descarbonización y electrificación de nuestro sistema energético.

La fiscalidad es una herramienta fundamental de la acción de gobierno y, más allá de su función recaudatoria, tiene todo su sentido para corregir comportamientos y usos perjudiciales para el conjunto de la sociedad. Incrementar unos céntimos el precio de estos hidrocarburos para corresponsabilizar a todos los consumidores energéticos del esfuerzo del cambio de modelo es oportuno, justo y necesario.

Los fumadores energéticos no pueden ser ajenos a la solución que causan sus nocivos humos. Por todo ello, la Fundación Renovables reclama al Gobierno que introduzca en nuestro ordenamiento esta medida de corresponsabilidad y equidad.

Fernando Ferrando / Sergio de Otto. Patronos de la Fundación Renovables

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