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Análisis

Valores bajo presión por la desinversión de las cajas

La cartera industrial de estas entidades es de 22.000 millones, y se puede poner en venta para mejorar los ratios de capital. Pero no todas las participadas se ven afectadas por igual.

Con un valor en Bolsa superior a los 22.000 millones de euros repartidos entre casi 50 empresas cotizadas, el patrimonio de las cajas de ahorro en el parqué es una de las bazas que esas entidades financieras tienen para cumplir con las nuevas normas, nacionales e internacionales, que imponen unos ratios de solvencia cada día más exigentes. En realidad es una situación que no es especialmente nueva, pero que se agudiza con el anuncio de esta semana de la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Economía, Elena Salgado, de que las obligaciones respecto al core capital (capital más reservas) serán más severas que las fijadas hasta ahora, y especialmente para las entidades -como son las cajas- que no cotizan.

Algunas cajas de ahorro se han quejado de que los requisitos anunciados son más duros que las condiciones internacionales contenidas en Basilea III. Y los ojos del mercado ya se fijan en todo lo que pueda permitir a unas entidades, que hasta hace no tanto años vivían una existencia bastante placentera, enfrentarse a las consecuencias del saneamiento del sector financiero. Así, junto al temor de que el grifo del crédito se cierre más, está la posibilidad de vender el patrimonio que acumulan en el mercado bursátil. Una cartera industrial que nunca ha sido del agrado del Banco de España, que ha reiterado en diversas ocasiones que no es ortodoxo utilizar recursos para aventuras en Bolsa.

Ahora, como ha ocurrido en algunos casos concretos en los últimos años, las consecuencias de esas eventuales desinversiones pueden sentirse en aquellos valores que tienen a las cajas como accionistas de cierta relevancia. "Durante el primer semestre es posible que veamos colocación de sus participaciones empresariales. Tendría bastante lógica en un contexto, como el actual, en el que se ven aún más forzadas a vender, aunque sea contra su voluntad", señala Javier Barrio, de BPI.

¿Va a ser negativo? La opinión del experto de BPI es que puede registrarse presión vendedora que provoque caídas puntuales, pero que esa suma de circunstancias no tiene que ser necesariamente perjudicial a medio plazo para todas. Considera que estas desinversiones aportarán más liquidez en Bolsa, lo que favorece a las cotizaciones, y que además en algunas empresas ya está descontado en su precio en Bolsa la salida de estos inversores. Cita valores, como Enagás, que se ha visto penalizada por futuros movimientos. Y concluye que otros, como NH Hoteles, Pescanova o GAM, podrían estar entre los afectados por el elevado peso de las cajas en su accionariado.

Pero no todos parten de la misma situación, porque el efecto dependerá de diferentes factores: desde el porcentaje de las entidades financieras en el accionariado, del free float -parte del capital que se negocia libremente en Bolsa- al apetito que puedan despertar entre otros inversores institucionales o minoristas. Un reciente caso, muy gráfico, muestra cómo es posible sortear ese efecto: ha sido el de Ebro Foods, en el que la huida ha sido paliada por el aumento de participación de Damm.

Pablo García, de Oddo Securities, cita otro aspecto fundamental para calibrar qué empresas pueden estar más o menos apremiadas por los movimientos. "Podría haber más presión sobre las participaciones que aporten fuertes plusvalías. Esos ingresos serían reservas que se contabilizarían en el numerador del ratio core capital", subraya. Precisa que habría que relativizar el impacto de esta situación sobre la mayor parte de las participadas, más cuando los porcentajes no sean altos y porque hay tiempo para realizar las desinversiones.

Los pequeños accionistas que duden si es mejor desprenderse con rapidez de esas filiales deben tener en cuenta igualmente que en el caso de que no haya plusvalías latentes, cuando se materialice la operación la entidad no puede mejorar el core capital, aunque sí le aporte liquidez. Es decir, es una situación negativa para la caja que la puede disuadir de vender porque su ratio de solvencia no mejoraría.

Por ello es preciso analizar, como agrega Javier Barrio, de BPI, el perfil de cada entidad financiera. Un ejemplo evidente de fortaleza es la el de la Caixa. Esto no significa que permanezcan parados, de hecho el jueves los consejos de administración de la caja y de su holding Criteria aprobaron esta semana una compleja operación que supone la reordenación de su cartera. La caja tendrá el 81% de Caixabank -antigua Criteria-, de la que colgarán Repsol y Telefónica, entre las cotizadas. Las más estratégicas -Gas Natural y Abertis- dependerán directamente de la caja. Esto, en principio, significa que la petrolera y la operadora, en las que la caja cuenta con elevadas plusvalías -entraron en la década de los noventa-, pueden ser más susceptibles de ser vendidas, aunque sea parcialmente. En esta línea, el experto de Oddo añade que la entidad catalana dispone de más comodidad y de activos empresariales de elevada calidad.

Aunque las cajas son reacias a aportar con exactitud la situación de su cartera de valores, hay otros datos que apuntan en la dirección de que son varias las cajas que acumulan fuertes ganancias. Catalunya Caixa ha vendido su 1,63% en Repsol YPF este mes con una plusvalía de 186 millones, mejorando además 32 puntos básicos su solvencia.

Mientras, Caja Madrid, que ya ha avanzado junto a Bancaja en la reorganización de sus participaciones bancarias -con quien ha constituido Banco Financiero y de Ahorro-, cuenta con un valor por sus cotizadas -incluidas la que la caja madrileña tiene en Cibeles- superior a los 5.700 millones de euros. No obstante, la situación es muy diferente en función de la empresas. Caja Madrid ha conseguido al final olvidarse de las pérdidas que acumulaba en Iberia, gracias a la fuerte subidas de la aerolínea y la fusión con British. Ahora, dos de sus problemas son Sos y Realia, mientras que en el caso de Bancaja es Iberdrola, donde tiene minusvalías. Este lunes, la caja madrileña ahondará parte de sus planes en la integración de las cotizadas en un grupo. Por el contrario, BBK tiene plusvalías por la eléctrica y por Enagás.

La cifra

22.050 millones de euros es el valor en Bolsa de las participaciones de las cajas en empresas, más del 80% de La Caixa y de Caja Madrid.

Preferencia por las energéticas y las pequeñas y medianas firmas

La presencia de las cajas de ahorro en empresas, en general se trataba de compañías no cotizadas, es muy anterior a la vena más especulativa, con estrategias similares a la de otros inversores institucionales, surgida después. Pero cuando se repasa la cartera de estas entidades se advierte dos aspectos: su fuerte vinculación con las empresas de su región y una presencia histórica en empresas energéticas. También en muchos casos han entrado en el accionariado a través de los procesos de privatización, formando parte de los 'núcleos duros' que intentaban preservar el control por entidades españolas de empresas como Telefónica, Repsol, Iberia o Endesa. Esa etapa ha concluido, pero los efectos se muestran aún en las acciones propiedad especialmente de las grandes cajas.La vinculación con la región se observa no solo en pequeñas entidades, como Caja Burgos en Campofrío, la CAN en Tubacex o Caixa Galicia en Pescanova o Adolfo Domínguez. Incluso en las grandes la relación es evidente. Caja Madrid ha intentado no dejar de lado a Iberia, ya que no en vano el conjunto del aeropuerto de Barajas es el mayor nicho de puestos de trabajo de Madrid, o en Indra, por su aportación tecnológica.La fuerte presencia en las empresas energéticas se debe al conjunto de esos dos factores e, incluso, el peso de la BBK en Iberdrola es una baza para preservar el mantenimiento de la sede de la empresa en Bilbao. En el caso de esta eléctrica también su fuerte presencia en Valencia ha empujado a Bancaja e entrar en su capital.Pero estos lazos han sido precisamente uno de los obstáculos que a lo largo de los últimos años han encontrado para desvincularse de sus participaciones, aunque fueran un problema y, pese a que a la exposición accionarial, hubiera que añadir los préstamos y las líneas de crédito. Pero ahora, con los cambios graduales en la naturaleza de las cajas, parece que esas trabas se debilitan.

Ventas graduales y fuertes plusvalías

Aunque ahora el panorma cambia, el proceso tiene ya una larga trayectoria. Las cajas han vendido numerosas participaciones y han logrado, además, en varios casos, cuantiosas plusvalías. De hecho, esa trayectoria se muestra en la caída gradual del valor conjunto de las participaciones. De los 34.400 millones de septiembre de 2008 se pasó a unos 23.000 millones en abril de 2009, según un informe de Credit Suisse, a la cifra actual, muy similar. Pese al innegable efecto de las caídas de las Bolsas, el impacto de las enajenaciones es significativo.En cuanto a las plusvalías destacan los 2.330 millones de euros logrados por Caja Madrid en 2007 por la venta del 10% de Endesa, o los 660 millones obtenidos por la CAM por desprenderse del 5% de Enagás y el 5% de Fenosa durante 2008. Y Caixa Catalunya, antes de los ingresos obtenidos recientemenre por Repsol, se hizo con 500 millones por el 5,5% de Abertis. Caixa Galicia y Caixa Nova también se hicieron con fuertes beneficios por la venta de su histórica participación en Fenosa. En general, las cajas han aprovechado el lanzamiento de la opas, como en el caso de la eléctrica, para obtener sustantivas ganancias.En favor de que estos movimientos seguirán están además de que, sin ser esos pelotazos, la tendencia se puede manatwern en esa línea. Y que además la mayor parte de las participaciones de las cajas están en compañías con una fuerte liquidez en el mercado.

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