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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Davos consagra a los emergentes

El World Economic Forum arrancó ayer en la estación alpina de Davos poniendo de manifiesto dos evidencias: primera, que los países emergentes reclaman una representación en el mundo proporcional al poder que están adquiriendo a nivel planetario y segunda, que los sistemas de gobernanza internacionales han quedado desfasados para un sistema económico tan complejamente globalizado.

El encuentro en la ciudad suiza encarna ambas a la perfección. Respecto a la primera, resulta especialmente llamativo cómo han cobrado relevancia las delegaciones, las empresas y los conferenciantes procedentes de países emergentes, especialmente de los cuatro BRIC (Brasil, Rusia, India y China), aunque también de Turquía, Malasia o de Oriente Medio. Cierto que suponen tan solo el 15% de la totalidad de los asistentes a la cumbre, pero semejante porcentaje era impensable antes de la crisis destapada con la explosión de las hipotecas subprime. Este año, pero previsiblemente los siguientes, los emergentes concentrarán el crecimiento económico del mundo, estableciendo dos velocidades muy marcadas. China es ya la segunda economía del mundo, aunque Rusia, India y Brasil también están subiendo posiciones. Davos les presta, con toda lógica, la atención que demandan, pero también la que merecen, pues su opinión y sus objetivos marcarán la economía de los próximos años. Además, sus inmensas reservas les confiere un atractivo financiero del que han hecho gala en esta crisis, primero rescatando bancos anglosajones y ahora, deudas soberanas en apuros.

Respecto a la gobernanza mundial, Davos se rinde a la certeza de que los emergentes han de recibir un puesto adecuado a su peso mundial. La sustitución del G-8 (países desarrollados) por el G-20 (incluye a los emergentes) como instrumento de coordinación internacional es el primer paso, aunque no es suficiente. Su aportación económica en el FMI y otros organismos internacionales exige un mayor poder de decisión. Se han terminado los tiempos en que los países desarrollados prestaban a los pobres a cambio de grandes sacrificios económicos. Por sorprendente que parezca, son ahora los emergentes los que prestan a los ricos y los que, por tanto, tienen derecho a imponer condiciones.

Queda pendiente la reforma de la gobernanza mundial tal y como apunta acertadamente el informe del comité organizador del World Economic Forum. La crisis ha dejado patente que el planeta es de facto un único mercado lastrado por ineficiencias derivadas de la falta de control y reglamentación común. Resolver semejante torre de Babel es un tarea tan titánica como imprescindible. Davos no solucionará esta deficiencia, pero cumple con su papel de vocero para que tomen nota los dirigentes mundiales que se dan cita allí hasta el próximo domingo.

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