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Crónica de Manhattan

Obama, toma II: el empleo

La tarea de separar a la economía de EE UU del abismo del que tan cerca estuvo se ha logrado. Así lo ha hecho saber Barack Obama y por ello disuelve el Consejo Económico para la Recuperación, presidido por el respetado economista Paul Volcker. Este consejo se creó hace dos años y en febrero estaba previsto su fin. No hay prórroga. La misión se ha cumplido.

Eso sí, en el país hay muchos que no notan la mejora. Para empezar, el 9,4% que está en paro. Tampoco lo perciben los millones que han desistido de buscar trabajo (e impiden así que la tasa de desempleo se dispare), o los 8,9 millones que trabajan a tiempo parcial a falta de otra cosa.

Es una recuperación invisible para un país no acostumbrado a semejante paro durante tanto tiempo y que no tiene la red social adecuada para hacerle frente. Es un problema que deja perplejos a los economistas porque EE UU tiene el mercado laboral más flexible del mundo y las grandes empresas, a diferencia de las japonesas o europeas, no solo han recuperado sus beneficios precrisis, sino que los están aumentando por encima de los logrados en 2007. El problema es que las pymes siguen bajo presión y las grandes corporaciones han normalizado su actividad con unas plantillas más reducidas y productivas, por lo que no ven necesario ampliarlas.

Para el presidente, la situación es una fuente de frustración y en su entorno no está oyendo soluciones satisfactorias para solucionar el problema. Por eso no ha acabado del todo con el panel de asesores, sino que lo ha reconvertido. Ahora es el Consejo para el Empleo y la Competitividad.

Al frente no renueva en el cargo el expresidente de la Fed, el demócrata Volcker, que se va definitivamente, sino que se queda un empresario que se autodefine como republicano y que en el pasado ha sido muy duro con Obama. Se trata de Jeffrey Immelt, consejero delegado de General Electric.

Pese a sus críticas, Immelt ha acompañado al presidente cuando se ha tratado de visitar una economía emergente (India) o recibir al dignatario de una potencia en crecimiento (China). Ahora, sin dejar GE, forma parte oficialmente de su entorno más cercano.

Los perfiles de los asesores saliente y entrante no pueden ser más distantes y son reflejo de la nueva dirección que toma la Casa Blanca en la segunda fase de la legislatura, una vez resueltas las cuestiones de alta política (sanidad o reforma financiera) y tras la paliza electoral de noviembre.

En esta nueva dirección se trata de enmendar las contenciosas relaciones con el empresariado, que continuamente ha plantado cara al presidente y ha dado alas al partido republicano. Desde hace unas semanas, Obama no hace más que tender la mano a este colectivo. El nombramiento de Immelt se suma al de Bill Daley, exejecutivo de JPMorgan, como jefe de gabinete.

Con Immelt, el presidente abre la Casa Blanca a sus críticos en un momento crucial. Por una parte, mientras se calientan motores electorales, muestra al dividido país y el empresariado su sentido pragmático y menos ideológico, al tratar de buscar soluciones para el problema más acuciante. Por otra parte, une a sus filas a una persona que puede ayudarle en sus relaciones con los republicanos en el Congreso.

Solo han pasado dos años desde la toma de posesión, pero para Obama la dinámica ha cambiado y, con ella, su entorno.

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