De este año no pasa, aprendo inglés
Guillermo Jarillo se lamenta de que los españoles sigan sin dominar el inglés, a pesar de los intentos, debido a carencias educativas y falta de motivación, cuando la empresa cada vez lo demanda más
De la multitud de informaciones que hemos podido leer en relación con el conflicto que ha enfrentado al Gobierno con los controladores aéreos, se puede entresacar que una de las causas que ha venido enturbiando las relaciones entre ambas partes es precisamente la obligatoriedad por parte de los controladores de acreditar sus conocimientos de inglés, requisito que se les exige no como un adorno a una brillante preparación que es común a la mayoría de los integrantes de este colectivo, sino como una herramienta esencial para ejercer óptimamente su trabajo, o dicho de otra manera, como el valor añadido que refuerza la garantía de la seguridad de sus decisiones cuando están dirigiendo el tránsito aéreo. En el espacio se habla inglés, y más vale que quienes controlan su tráfico dominen este idioma a la perfección para que no haya traducciones erróneas que en esta actividad siempre tienen consecuencias muy dolorosas.
Conforme a la información publicada en los medios de comunicación, los controladores están obligados por legislación a superar antes del próximo 5 de marzo el examen de inglés exigido por la correspondiente directiva europea, que les exige a acreditar al menos el nivel cuatro de inglés establecido por la OACI, la Organización de Naciones Unidas para la Aviación Civil. Y esta obligatoriedad para todo el colectivo, y aquí reside una de las principales causas del conflicto, contrasta con los datos facilitados por AENA respecto a que solo 18 de los 2.074 controladores operativos, es decir, solo un 0,8%, se han presentado al examen. La acreditación de sus conocimientos de inglés se ha convertido, de esta manera, en una de las principales cartas puestas encima de la mesa de negociación.
No he podido encontrar mejor ejemplo para resaltar la importancia de aprender inglés en el mundo globalizado en el que vivimos. Si conocer el inglés es importante para viajar, el dominio de este idioma es imprescindible para trabajar. Y no puede ser que en España existan más de 5.100 centros de enseñanza de inglés y que para los españoles esta sea la eterna asignatura pendiente.
Al menos, hay quien se lo toma con humor, pues uno de los dichos más arraigados de los últimos años es el que define al español como una persona que pasa toda su vida estudiando inglés. Es de suponer que el retrato se ha hecho tan popular porque la frase, repleta de socarronería, describe fielmente una innegable realidad. Que tire la primera piedra quien no tenga en su círculo a personas que te cuentan con todo detalle sus numerosos intentos por aprender el idioma de Shakespeare, al tiempo que te aseguran, totalmente convencidos, que la última opción de enseñanza elegida es la buena y ahora sí van a aprender inglés porque han encontrado el método adecuado. Seguramente el año que viene te contarán lo mismo.
Los españoles no deberíamos ser distintos a los holandeses o a los japoneses a la hora de aprender una lengua extranjera. Una mayoría de los ciudadanos de Holanda, sin embargo, habla inglés con total pulcritud y el estudio del español en Japón parece que se ha convertido en una moda, precisamente por causas comerciales. Los españoles, sin embargo, tienen poco éxito en sus afanes por aprender idiomas. Los datos lo corroboran. España es el cuarto país de la UE en el que menos adultos hablan una lengua extranjera, solo por delante de Rumanía, Hungría y Portugal, según la oficina de estadística de la Unión Europea (Eurostat). Por eso no es de extrañar que por estas fechas, cuando nos marcamos nuestros mejores propósitos para el año que comienza, nos repitamos aquello de que esta vez va en serio, fijo que aprendo inglés.
¿Por qué los españoles no avanzamos en este campo, si al mismo tiempo estamos convencidos de la importancia de conocer otros idiomas? Hay quien apunta que la causa última radica en algún defecto del sistema educativo, razón que, caso de ser cierta, se está intentando corregir con la reciente aprobación del Plan Integral de Aprendizaje de Lenguas Extranjeras, intento gubernamental de impulsar el aprendizaje de idiomas.
Quizá, sin embargo, la causa principal hay que buscarla en nosotros mismos. Puede ser que no afrontemos el reto con la actitud más conveniente. En mi opinión, es primordial convencernos de que aprender un idioma es perfectamente posible, y que en el caso concreto del inglés, tan necesario para avanzar en nuestra vida laboral y en nuestras relaciones personales, es además muy conveniente. Solo hemos de abordar el reto con una nueva actitud, exigente para nosotros mismos, y en la que primen criterios casi empresariales o profesionales muy claros, como la eficacia, la calidad y la flexibilidad a la hora de elegir el método de aprendizaje. Y seamos prácticos, un curso online es un curso 24x7.
Guillermo Jarillo. Responsable de mercado corporativo e institucional de Oxford University Press