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Columna
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El futuro del yuan chino

El yuan se revalorizó un 3,6% en 2010 y los expertos vaticinan incluso una menor subida este año ante las presiones políticas y la debilidad de la zona euro. Pekín quiere una moneda más flexible lo que abrirá una ventana de oportunidades.

El Banco Popular de China mantuvo el yuan bajo control. A pesar de la presión política de un año electoral de EE UU y las reuniones del G-20, la divisa se fortaleció un 2,8% hasta noviembre. En contraste, el yen, el baht tailandés y el ringgit malayo se revalorizaron un 11% frente al dólar.

Una disminución de la presión sobre Pekín en 2011 puede provocar autocomplacencia. La amenaza de aranceles de EE UU y las presiones del G-20 produjeron pequeñas revalorizaciones. Pero el Tesoro americano ha retrasado el informe que califica a China de manipulador de la divisa y el Senado y el Congreso fracasaron en su intento de sanciones. En cuanto a la presión del G-20, Francia -la anfitriona en 2011- ha alentado a Pekín a mantener el yuan como moneda de reserva, por lo que puede ser poco propenso a las quejas. Pero China tiene otras cosas en mente, como consolidar su liderazgo en 2012. La crisis de deuda de la UE, su mayor comprador, está sin resolver. Las exportaciones cayeron un 6% en octubre, explicando la baja apreciación del yuan.

Ahora es una buena oportunidad para que China haga cambios en su beneficio, revaluando la moneda sin parecer un premio a los especuladores o una cesión ante los extranjeros. Hay dos razones para hacerlo. Primero el alto coste de mantener el yuan bajo; el banco central inyectó 78.000 millones en liquidez, la cifra más alta en 2 años. Además, un yuan fuerte aliviaría la importación de inflación.

En el largo plazo, una moneda fuerte hará sentir más ricos a los chinos que consumirán más. Los políticos dicen buscarlo y, además, parece que les gustan las sorpresas, como cuando en octubre subieron repentinamente los tipos de interés. Una revalorización en 2011, aunque pocos la esperan, podría ser su estilo.

Por Wei Gu

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