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Columna
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Aprendiendo a lidiar con Berlín

Qué es lo que quiere Alemania? En el último año, la canciller alemana, Angela Merkel, ha dado un soplo caliente y otro frío en la zona euro. Se resistió durante mucho tiempo a rescatar a los angustiados países de la zona euro antes de aceptar la ayuda a Grecia y la creación de un fondo salvavidas permanente. Durante la crisis irlandesa presionó a Dublín para que aceptara el apoyo de la UE y asustó a los mercados con la insistencia de que los acreedores privados asumieran los recortes de la deuda soberana. En dos días en noviembre dijo que los problemas del euro eran "extremadamente graves" y que había que "salir fortalecido" de la situación. Los socios de Alemania probablemente esperan que Merkel calme sus preocupaciones en 2011. ¿Está interesada aún en Europa o tiene la tentación de seguir sola? ¿Está la fortaleza del euro a largo plazo cercana a su corazón o su principal preocupación es mantener la maquinaria exportadora?

Parte del problema es que muy pocos líderes de la zona euro se ponen en la horma de sus zapatos. Qué harían al frente de un industrializado y envejecido país con sus propios problemas? Sí, un impago irlandés hubiera perjudicado a los bancos alemanes. Merkel insiste en que los acreedores privados deben compartir el dolor. Pero, ¿quién hubiera pensado hace seis meses que apoyaría un mecanismo de rescate permanente para el euro? La vulnerabilidad alemana, no su fuerza, proporciona una mayor apertura para sus socios. El sector bancario del país está en ruinas. El Gobierno ha presupuestado 480.000 millones para la banca con garantías y recapitalizaciones, mayor que el compromiso asumido por el euro a través del Fondo de Estabilidad.

Alemania tiene más de una razón para mantenerse en la zona euro, más allá de que es su principal mercado de exportación. El reto para sus socios es ser más responsables fiscalmente y el de Berlín, aceptar que no todos pueden o deben ser como Alemania.

Pierre Briançon

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