El fraude fiscal, el mal griego
La disciplina fiscal no lo es todo en el recorte de gasto. Grecia lucha contra las consecuencias de su financiación irresponsable de años atrás. Mes tras mes, Atenas está cumpliendo las promesas que hizo a principios de este año para recortar el gasto público, un requisito del rescate del FMI y la UE. En el Presupuesto presentado el lunes, el Gobierno prometió recortar el déficit en 2011 más rápido de lo previsto.
Las cosas no son tan brillantes en el lado de los ingresos. Primero, porque la recesión está afectando al país duramente. Y segundo, porque el Gobierno combate uno de sus problemas más importantes: el fraude masivo que hace que el pago de los impuestos sea la excepción en vez de la regla.
La mayoría de los Gobiernos occidentales tienden a pensar que la reducción del gasto es más difícil que subir los impuestos. En Grecia es todo lo contrario. El déficit global está, en parte, por encima del objetivo porque el PIB fue impulsado por la inflación. Pero también porque el Gobierno ha recortado el gasto más rápido de lo previsto, más que por la compensación real del déficit en los ingresos fiscales que crecieron sólo un 8,7% este año, cuando la previsión era del 13,7%.
Las protestas contra los recortes de gastos no significan más que huelgas o manifestaciones callejeras, por lo que el Gobierno debe seguir con sus planes. Pero, ¿cómo se consigue que la gente pague impuestos? Atenas necesita fomentar una mentalidad cívica, aplicar la ley a los defraudadores y evasores de impuestos y castigar con severidad a los reincidentes.
Por Pierre Briançon