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Almunia vuelve a la mina

Ni titánica lucha contra gigantes informáticos ni espectaculares operaciones contra cárteles empresariales. El primer año de mandato de Joaquín Almunia como comisario europeo de Competencia sigue dominado por el carbón, un producto presuntamente obsoleto pero que mañana miércoles se convertirá otra vez en uno de los grandes protagonistas de la reunión semanal de la Comisión Europea.

A Almunia le tocará defender de nuevo ante sus colegas de la Comisión un expediente que pretende alargar la vida de unas explotaciones de dudosa viabilidad. En este caso se trata de autorizar el Real Decreto del Gobierno español que obligará al sector eléctrico nacional, a cambio de ayudas públicas, a consumir carbón para acabar con los excedentes acumulados

La autorización de esa medida cuenta con el aval del servicio jurídico de la Comisión. Pero eso no ha impedido la rebelión contra el RD en algunos departamentos comunitarios (Medio Ambiente e Investigación, sobre todo), lo que ha obligado a Almunia a retrasar varias el carpetazo definitivo. Mañana, si se cumple el calendario previsto, el comisario de Competencia podrá desembarazarse por fin de tan incómodo expediente.

Se trata de la segunda batalla carbonífera del bilbaíno en poco tiempo. Antes del verano, el comisario también sufrió lo suyo para aprobar un proyecto de Reglamento sobre ayudas de estado para el cierre de las minas de carbón menos competitivas en toda Europa (en particular, en Alemania, España, Rumanía y Hungría).

Las actas de aquella reunión (el 20 de julio) muestran, a pesar de su lenguaje deliberadamente aséptico, el candente debate que se vivió en el seno de la Comisión y las concesiones que debió hacer Almunia para sacar adelante su propuesta. El plazo para proceder al cierre de los yacimientos subsidiados se recortó de ocho a cuatro años (hasta 2014). Y la reducción anual del montante de las ayudas pasó del 25% al 33%.

Las objeciones planteadas en julio se repiten con el RD español (incongruencia con la lucha contra el cambio climático; trato de favor al carbón frente a sectores, como el naval o el siderúrgico, en los que se han acometido reestructuraciones mucho más drásticas).

Almunia ya subrayó entonces ante el colegio de comisarios que "el objeto de la propuesta no es resolver problemas de política energética o medioambiental, sino cuestiones relacionadas con la aplicación del control de las ayudas de Estado".

El presidente de la CE, José Manuel Barroso, concluyó el debate dando por aprobado el proyecto de Reglamento con los cambios aceptados por Almunia e instando a todos los comisarios a respaldar en público al comisario de Competencia a la vista de la impopularidad de la medida y del escaso plazo concedido para cerrar las minas.

Mañana puede repetirse una escena con el RD español. Aunque en este caso, además, la oposición a la norma también arrecia fuera de la Comisión, con una incesante campaña en contra de su aprobación en la que han militado, con diferentes argumentos, desde las eléctricas españolas hasta el vicepresidente del Parlamento Europeo, Alejo Vidal-Quadras (del Partido Popular), pasando por organizaciones medioambientales como WWF.

Una gran movilización para evitar o mantener las ayudas a un sector en apariencia insignificante. En toda Europa, como recordó Almunia a sus colegas en julio, el carbón sólo representa el 5% de las fuentes primarias para producir electricidad. Y sólo la quinta parte de ese carbón recibe ayudas. Pero de su explotación dependen 100.000 puestos de trabajo en una Europa con 23 millones de desempleados.

Foto: Bajorrelieve en el boulevard Pachèco, en Bruselas (B. dM. 21 julio 2010).

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