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Luis Mateo Díez. Escritor

"He buscado emplear la vertiente curativa de la literatura"

Por primera vez en su dilatada trayectoria, Luis Mateo Díez da el paso de hablar de sí mismo, en primera persona, en Azul serenidad o la muerte de los seres queridos (Alfaguara), en el que reflexiona acerca del fallecimiento, en fechas cercanas y de manera inesperada, de dos familiares muy queridos.

¿Se ha sentido cómodo en esta narración más personal, distinta a su línea de trabajo?

"Puede perdonarse una mala página en una novela, pero no una mala frase en un cuento"

Ha sido fruto de la necesidad de expresarme tras esos sucesos, muy dolorosos: una muerte voluntaria y otra que se precipitó en apenas un mes desde el anuncio de la dolencia. Me lo planteé como uno de los antiguos libros de consolación, para liberarme de esos sentimientos, no para escarbar en la desgracia. Me produjeron un trauma fuerte, por ser dos seres queridos con los que me comprometía un fuerte afecto. Pero, en el fondo, el tema que trato es uno de los que dominan mi obra: el de la pérdida, el de la extinción de lo que forma parte de nuestra vida y lo que nos deja. Aunque narre el caso particular de mi familia, creo que me muevo en un territorio común a todos.

¿Ha encontrado alivio en la narración?

Siempre he sido consciente de la existencia en la literatura, y en el arte en general, de una vertiente curativa, que he buscado emplear. En mi caso no para lograr resignación, ni mucho menos cristiana, sino al menos comprensión. Pero no hay mucho margen para comprender la muerte.

En parte, ha cambiado su registro literario para afrontar este relato.

Para que esto fluyera necesitaba una expresión más escueta, más directa, aunque también surjan las imágenes y metáforas que forman parte de mi manera de escribir. Lo más curioso fue ver cómo las personas que yo conocí se iban convirtiendo en personajes sin que lo pudiera contener.

Entre sus proyectos actuales destaca también su primera incursión en el cine. ¿Cómo es la experiencia para un cinéfilo como usted?

Muy interesante, aunque mi participación ha sido para dar coherencia estructural a una serie de cuentos sobre adolescentes, que Chema Sarmiento convertirá en una película que se titulará Viene una chica, y justo se está rodando. Ha tomado una decisión interesante, que el protagonista sea un chico Down, y tengo mucha curiosidad por el resultado.

Las tecnologías están reforzando el cuento, un género que usted practica desde épocas en que no era popular.

Para mí es la expresión límite de la narración, tan compleja... Puede perdonarse una mala página en una novela, pero no una mala frase en un relato. Ahora, tras muchos altibajos por cuestiones sobre todo editoriales, se escribe mucho entre los jóvenes y con nivel alto. Me gusta en especial cómo lo usamos en los filandones, las lecturas que hago junto a Juan Pedro Aparicio y José María Merino, que incluso funcionan de manera sorprendente en el extranjero. En España hay mucha costumbre de que el escritor dé conferencias, pero creo que estas lecturas son bastante más enriquecedoras.

¿Cómo vive la crisis y los posibles cambios en la sociedad?

Nos ha demostrado que vivíamos engañados, en un sistema artificial. Es posible que tras la catarsis en que concluirá todo este periodo se busquen vías de regreso a valores más sencillos, algo olvidados. Me preocupa en particular que el presente sea tan vertiginoso que vivamos de urgencias, hacia el futuro. Hemos construido una vida complicada, pero muy poco compleja.

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