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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tras la brillante estela de los 'blue chips'

La Bolsa española parece seguir la máxima de que el tamaño sí importa. Así, los analistas coinciden en recomendar los grandes valores, en especial los cinco blue chips -Telefónica, Santander, BBVA, Iberdrola y Repsol- que concentran el 70% de la capitalización del selectivo madrileño. Es una opción sensata teniendo en cuenta que en lo que resta de año la renta variable seguirá condicionada por los vaivenes, tal y como sucede desde que se agudizó la crisis financiera con la quiebra de Lehman Brothers hace ahora dos años. Bajo esta perspectiva, tiene sentido que los inversores incómodos con el riesgo prefieran capear la volatilidad recluyéndose en valores defensivos y fijándose operaciones a medio y largo plazo. Evidentemente, los más especulativos continuarán primando las operaciones rápidas.

Pero si se buscan plazos mayores, estos blue chips son los que tirarán del mercado, según resaltan los analistas, cuyo consenso arroja revalorizaciones jugosas. Según sus precios objetivos, alcanzarían rentabilidades de al menos un 10%, incluso superiores, como en el caso de Repsol. Leídas estas propuestas siempre con la necesaria prudencia, es cierto que hay factores que juegan a su favor. Madrid ha sido una de las plazas bursátiles más castigadas los últimos meses y debería mostrarse más activa. Porque las malas perspectivas económicas de España -rezagada en la recuperación respecto al resto de las grandes economías- y las dudas surgidas en primavera sobre la solvencia de la deuda soberana han pasado una factura indiscriminada a todos los valores del Ibex. En ese escenario, ser una cotizada española ha podido significar un hándicap, aunque injustificado, que ha afectado a la capitalización, pero también ha pesado a la hora de acudir a los mercados de deuda para obtener financiación. Ahora, los mercados financieros se han tranquilizado y eso permite vislumbrar una relajación también de las presiones sobre la Bolsa española. Eso da un margen de crecimiento al Ibex que, aunque sea con altibajos, aspira al 12.000 según cálculos de los expertos.

Y los cinco grandes tirarán, con bastante probabilidad, del índice hacia arriba. Junto a la lenta mejoría de las perspectivas globales, saldrán reforzados ahora que los inversores internacionales empiezan a discernir entre los valores españoles, sobreponderando a los más seguros. La alta liquidez en el mercado de las acciones de esas cinco multinacionales españolas es un atractivo indudable en momentos de alta volatilidad, lo que permite salir y entrar masivamente sin grandes alteraciones sobre el valor.

Otro elemento determinante es la alta rentabilidad por dividendo de los gigantes del parqué español, pues todos ellos ofrecen rentabilidades superiores al 4%, incluso mayores, como Telefónica que se acerca al 8%. Se supera con ello a activos como la renta fija e incluso a la mayoría de los depósitos que oferta la banca, a pesar de estar en plena guerra del pasivo. Estas corporaciones, altamente diversificadas internacionalmente, son además menos sensibles a las condiciones adversas del crecimiento de la economía doméstica, porque obtienen un alto porcentaje de sus ingresos fuera de España.

En términos sectoriales, las dudas sobre el sector financiero que se han planeado desde la crisis de Lehman se irán disipando con toda probabilidad según se aprueben las nuevas regulaciones que se plantean a ambos lados del Atlántico, y las normas sobre requerimientos de capital que prepara Basilea III. Lo que beneficiará a dos de los grandes valores españoles, Santander y BBVA, que cosecharán además los frutos de sus excelentes notas en los test de estrés. Además, las duras condiciones impuestas en los últimos años por el Banco de España reducirán el impacto de las nuevas exigencias, lo que debería favorecer el valor de estos dos bancos.

Todo hace pensar, igualmente, que los resultados de las grandes empresas españolas mejorarán en los próximos trimestres. Como sus ratios de deuda sobre Ebit, que aportan unos balances más saneados, abriendo la posibilidad a nuevas operaciones corporativas. Los grandes tirarán del carro del Ibex, lo que tampoco excluye que el resto de valores siga aportando interesantes posibilidades.

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