Impecable resolución del caso Cajasur
La transformación de las cajas de ahorros españolas sigue quemando etapas a toda máquina. El último episodio ha sido la adjudicación de Cajasur a BBK tras un disputado pulso en el que hasta última hora aguantó Unicaja. Resolver el futuro de Cajasur de una forma clara, contundente y transparente era vital, sobre todo si se tiene en cuenta el farragoso y complicado precedente de Caja Castilla La Mancha (CCM). En el caso de Cajasur, no sólo se ha puesto a prueba con éxito la fórmula diseñada para actuar en estas situaciones, sino que han funcionado perfectamente tanto el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), como sus asesores y, por elevación, el Banco de España.
La adjudicación es, además, un importante paso al frente de BBK. La entidad vasca llevaba meses buscando una oportunidad de participar en el proceso de consolidación del sector. De hecho, estuvo a punto de ganar la puja por CCM o de unirse con la CAM. La caja que preside Mario Fernández no podía permitirse el lujo de quedar descolgada del proceso de aumento de tamaño de sus más directos competidores, luciendo como luce uno de los balances más sólidos del sector, simplemente porque la fusión de las tres entidades vascas continúe en el congelador. Con la adquisición de Cajasur, BBK se coloca como séptima caja, con un volumen de activos de más de 48.000 millones y más de 900 sucursales. Y en una situación envidiable para posteriores pasos en el movimiento de concentración del mapa de las cajas que, aunque ya ha recorrido gran parte del camino, aún no ha llegado a la meta.
La otra cara de la moneda es Unicaja. La caja andaluza está siendo la más activa en busca de oportunidades para sumar activos. De momento, se ha fusionado con Caja Jaén, rompió en el último instante la toma de CCM y se encontró, también in extremis, con la negativa de Cajasur en una polémica decisión de su consejo de administración, puesto que propició la intervención de la entidad por parte del Banco de España.
No obstante, esta derrota seguro que no amilana al equipo directivo de Unicaja. Su máximo responsable, Braulio Medel, está absolutamente convencido de la necesidad de las fusiones y siempre ha apoyado la creación de una caja andaluza muy poderosa. Con este panorama sobre la mesa, se abren ahora más que nunca las puertas para que la unión con Cajasol, entidad que ha logrado consolidar y cohesionar Antonio Pulido, avance. æpermil;se es, además, el sentir político del Gobierno andaluz, a juzgar por las recientes declaraciones de su presidente, José Antonio Griñán. De momento, ambas entidades están haciendo sus números y calibrando si esta unión es la mejor opción económica y estratégicamente.
Con el destino de Cajasur clarificado, el Banco de España se ha encontrado con un nuevo frente abierto. El rechazo de la CAM a suscribir la fusión fría con Cajastur, Caja Extremadura y Caja Cantabria en las condiciones acordadas inicialmente. El consejo de la entidad alicantina sostiene que el poder acumulado por el presidente de Cajastur, Manuel Menéndez, en la futura entidad es excesivo. Una posición rayana en lo incomprensible, porque deshace los equilibrios comprometidos y porque centra el conflicto en la futura labor de uno de los ejecutivos más preparados del mundo de las cajas. Estas diferencias deberían quedar en una mera anécdota, pues está en juego la tercera caja española por activos.
En cualquier caso, la realidad inapelable es que el nuevo mapa de las cajas se está clarificando notablemente. Y no sólo en lo que respecta al número de entidades, que se ha reducido a más de la mitad en unos pocos meses. También en el terreno legal. La reciente entrada en vigor de la reforma de la ley de cajas marca unas reglas del juego que permitirán la recapitalización de las entidades, con la llegada de inversores privados con voz y voto, y aumentarán la profesionalización de los órganos de gestión. Todo ello con diferentes alternativas a las que se podrá adaptar cada caja en función de sus necesidades. Estamos, en definitiva, ante un cambio de algunos de los pilares sobre los que se asentó el mundo de las cajas en España, en la mitad del siglo XIX. Se trata, en resumen, de su gran revolución pendiente.