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Columna
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Confesar ahora

Las grandes bestias de la eurozona -Francia, Alemania y España- parecen cerca de publicar los resultados de las pruebas de estrés de sus bancos. La decisión podría ayudar a reavivar la confianza y calmar el pánico de los inversores.

El camino a seguir de las pruebas de estrés debería estar marcado por EE UU. En abril de 2009, la Reserva Federal se hizo cargo de un riguroso chequeo de salud a sus 19 mayores bancos. A los inversores se les dio claridad sobre las hipótesis macroeconómicas que se estaban empleando, el efecto en cada banco, y la cantidad de capital que cada uno necesitaría en cada grado de crisis. Tras algunas quejas, se restauró la confianza.

El equivalente europeo comenzará con una desventaja. Los reguladores nacionales trabajarán sin ningún tipo de supervisión regional. Cada país tendrá que decidir cómo son de grandes los agujeros internos, y asegurarse de que sus bancos los llenan. Aquellos que tengan posiciones fiscales apretadas -la mayor parte- podrían verse tentados a mirar por encima.

Pero si los políticos de la eurozona quieren que los inversores les escuchen, deben ser lo más claro posible. Deberían publicar todos los escenarios posibles e incluir algunas contingencias supuestamente impensables, como que se produzcan default.

La publicación permitiría a algunos países probar que sus bancos son seguros, y evitar tener que buscar más capital. Christine Lagarde, la ministra de Finanzas francesa, ha dicho ya que los resultados parecen positivos.

Las verdades pueden hacer daño. Pero es mejor confesar y recapitalizarse ahora, que vivir en la mentira de la incuestionable fortaleza de capital -y hacer frente a la crisis después-.

Por George Hay

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