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¿Se vaciará Bruselas?

La capitalidad europea le cayó por casualidad a Bruselas un Día de Reyes de 1958, porque los socios inciales de la CEE no lograron ponerse de acuerdo sobre la sede del nuevo organismo. Pero el lucrativo regalo no tiene por qué ser para siempre. Y aunque parece una posibilidad remota, más de un belga tiembla ante la perspectiva de un traslado de las instituciones internacionales que dejaría el aeropuerto de Bruselas tan vacío como en la foto.

El fantasma de la huida siempre se agita en períodos como el actual, previo a unas elecciones generales (el próximo domingo, 13 de junio) en que las tensiones entre la comunidad francófona y neerlandófona vuelven a poner sobre la mesa la viabilidad de la estructura federal del país.

Pero más allá de la campaña, en círculos empresariales y políticos de la capital belga se empieza a percibir una creciente rivalidad de otras ciudades europeas, tentadas por el negocio de albergar organismos como la Comisión Europea o la Otan. Esos centros de poder atraen a su vez a patronales, multinacionales, despachos de abogados internacionales, grupos de relaciones públicas, organizaciones no gubernamentales y un largo etcétera de entes públicos y privados. Todos, con necesidad de espacio inmobiliario y de innumerables servicios, desde limpieza hasta hostelería, atención médica o transportes.

La alternativa más evidente a Bruselas es Estrasburgo, una ciudad que ya comparte la sede oficial del Parlamento Europeo y conectada recientemente con París con un tren de gran velocidad. Y en Alemania, Francfort, sede del poderosísimo Banco Central Europeo y con uno de los mayores aeropuertos del mundo, también podría hacer sombra a Bruselas.

Pero las candidaturas son mucho más numerosas si se toman en cuenta criterios medioambientales, como hace un reciente estudio publicado por BrusselsStudies.

El informe señala que Praga o Viena serían la opción más adecuada si el criterio de elección fuera reducir al máximo el número de kilómetros (el "centro diplomático", según los autores) que debe recorrer cada persona convocada a una reunión en la capital comunitaria.

Si el baremo se refina tomando en cuenta la población de cada país (y por tanto, el previsible tamaño de las delegaciones nacionales que deben acudir a la capital), Francfort o Múnich serían el "centro demográfico" más adecuado.

Una tercera variable, para llegar al denominado "centro de gravedad metropolitano", tomaría en cuenta la necesidad de ponderar la distancia entre las grandes ciudades y el número de personas que viven en ellas. En ese caso, la capital se iría a Luxemburgo (actual sede del Tribunal de Justicia de la UE) o Estrasburgo.

Bruselas, como se ve, no aparece por ningún sitio. Pero los autores del informe añaden finalmente una cuarta precisión que salva a la capital belga. Se trata de tomar en cuenta "la intensidad de la actividad transnacional" en las diferentes ciudades. Y ahí, Bélgica desbanca a todas sus rivales.

Pero, ojo, según el estudio, esa fortaleza de Bruselas es tan real como vulnerable. Empresas y organismos sólo han instalado sus cuarteles generales en la ciudad belga por su condición de capital europea. Pero a diferencia de otras ciudades, como París o Londres, que son por sí mismas un polo de atracción, Bruselas perdería a sus huéspedes tan pronto como huyeran la Comisión o el Parlamento. Poco probable, insisten los autores. Pero no imposible, como se vio hace unos años cuando EE UU amenazó con el traslado de la sede de la Otan.

Foto: Aeropuerto de Bruselas completamente vacío... por culpa del volcán Eyjafjalla. (B. dM., 19-4-2010).

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