Una regulación común para frenar la sangría
Francia y Alemania han desplegado todo su poder conjunto para exigir a la Comisión Europea celeridad en la regulación de los mercados financieros. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, han remitido una carta al presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, solicitando que concrete el próximo julio un sistema de control de las ventas a corto al descubierto. Bruselas tenía previsto someter la reforma a consideración de los socios en otoño, pero la situación de los mercados financieros no permite tales plazos. La Comisión hará bien en acelerar sus trabajos y acotar lo antes posible unas carencias en la regulación de los mercados que facilitan los ataques contra las finanzas europeas.
Cada día que pasa es más evidente que los especuladores desprecian los esfuerzos de los Gobiernos por encarrilar las cuentas públicas, e incluso se aprovechan de ellos. En las últimas semanas se han presentado o anunciado planes de ajuste en la mayoría de los socios de la UE, incluidas sus potencias, con el objetivo principal de demostrar a los inversores la solvencia de la zona euro. Sin embargo, no ha sido suficiente y los mercados continúan castigando a las economías, especialmente a la española, cuyo diferencial del bono a 10 años ha superado ya los 200 puntos básicos frente al alemán. Pero los países periféricos no son los únicos afectados y los especuladores ya se han atrevido hasta con la deuda francesa.
La UE debe empeñarse en demostrar que no está dispuesta a que se utilicen contra sus finanzas las ventas a corto (con títulos que no se poseen y generalmente se piden prestados), y menos aún la operativa al descubierto (cuando ni siquiera se tienen los títulos en el momento de la operación). Alemania prohibió esta última unilateralmente hace unas semanas, emulando a Francia y España.
Los mensajes que mejor entienden los mercados son los de unión en la UE. Por eso urge establecer reglas de juego comunes. Así, deben impedirse en toda Europa las siniestras operaciones que usan colaterales de los que no disponen para derrumbar el valor de determinados activos. Ha quedado patente con las ventas a corto al descubierto de seguros de riesgo (CDS) de deuda soberana de muchos países, a costa de encarecer esa misma deuda. Estas actuaciones han sobrepasado los límites de la lógica flexibilidad de los mercados y deben ser acotadas ya.
Nada excepto una regulación adecuada parará la ansiedad de los tiburones en busca de carnaza fácil y con poco riesgo y que, además, están poniendo en entredicho la solvencia de muchas entidades europeas que tienen cerradas las fuentes habituales de financiación. Sólo mensajes claros y decididos desde Bruselas, con el apoyo decidido que el BCE debe anunciar hoy mismo, frenarán esta sangría.