_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La hora de Asia

En un momento en el que la mayoría de las naciones occidentales siguen sufriendo la resaca de la crisis internacional, Asia experimenta un resurgir económico y político. Y ha sido precisamente la tormenta financiera la que ha acelerado el cambio de poder de Occidente a Oriente que se ha venido gestando durante los últimos 30 años. Esta es la principal conclusión del reciente estudio publicado por Nomura The Ascent of Asia.

En la mayoría de los casos, las economías asiáticas no sólo se han recuperado más rápidamente de la crisis, sino que se encuentran mejor posicionadas para mantener un crecimiento económico sostenible en el largo plazo. Además, muestran signos que hacen pensar que, en el futuro, asumirán un peso económico más acorde con el tamaño de su población. Se espera que para el año 2020 Asia acapare alrededor del 40% de la economía mundial, en términos de poder adquisitivo.

Pero ¿por qué Asia ha salido mejor parada de la crisis financiera? Al igual que en el resto del mundo, las autoridades asiáticas activaron importantes estímulos fiscales para atajar la crisis, pero con una clara diferencia: las bases macroeconómicas de los países asiáticos eran más sólidas que en muchos países occidentales, gracias a que ya habían fortalecido sus cuentas tras la dura crisis de los años noventa.

Mientras las cuentas públicas de Estados Unidos y muchos países europeos se encuentran en números rojos, los efectos en China e India, motores del crecimiento asiático, pueden considerarse marginales. Y es que la expansión económica china no sólo no se ha detenido, sino que se ha acelerado ligeramente, pese a la reducción de la demanda por parte de Occidente. Y aunque las economías menores de Asia sí han sentido los efectos de la crisis, la región en su conjunto ha sabido capear el temporal.

La pregunta ahora es cómo lograrán los países asiáticos mantener su momentum económico, una vez que las economías occidentales salgan de la crisis. Sería ilógico pensar que en un mundo en el que las tentaciones proteccionistas aumentan, los países asiáticos podrán seguir basando su crecimiento en las exportaciones a Occidente. De ahí que la clave para mantener el llamado milagro asiático resida en fortalecer la demanda interna del continente y reducir la dependencia de las exportaciones hacia los países occidentales.

Este reequilibrio de la demanda es más factible en economías de tamaño continental como India y China. En cambio, las pequeñas economías asiáticas, que en su conjunto representan cerca del 6% del PIB mundial podrían fortalecerse si se unen mediante acuerdos comerciales, tanto entre ellas mismas como con India y China.

Es posible que el acelerado crecimiento de Asia pueda ser interpretado como una amenaza para la hegemonía occidental, pero vale la pena recordar que una región rica ofrece más a sus vecinos y socios que una pobre. Por tanto, el reto para las economías occidentales es el saber adaptarse y beneficiarse de las oportunidades que brinda el continente asiático.

John Llewellyn. Economista de Nomura

Archivado En

_
_