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Literatura

Un sabio sin necesidad de artificios

El fallecimiento de Miguel Delibes no sólo supone la pérdida de uno de los grandes exponentes de la literatura contemporánea, sino de un excelente embajador de la tierra y las gentes de Castilla, cuyas raíces, habla y costumbres retrató con su pluma magistral. A esta admiración personal se une la vinculación de Caja España a la figura de este vallisoletano universal. Nuestra Obra Social patrocina cada año el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes, organizado por la Asociación de la Prensa de Valladolid.

Gracias a esta circunstancia pude conocerle personalmente para entregarle la estatuilla de bronce del escultor Luis Santiago que reciben los agraciados con el galardón. Aquella entrevista me impresionó profundamente. Si ya cautiva la contundencia de su carrera como periodista y escritor, he de decir que ganaba -aún más- en las distancias cortas. Delibes llevaba consigo ese aura que distingue a los genios, sin menoscabo de ser un hombre de trato cercano, que sonreía igualmente con los labios y la mirada. Enseguida supe que se trataba de un sabio capaz de asombrar sin recurrir a artificios, dueño de un lenguaje certero y llano con el que tejió sus novelas.

Mi condición de presidente de Caja España también me llevó a apoyar su candidatura al Premio Nobel. Por desgracia no logró este reconocimiento, aunque su huella esté grabada en los anales de la literatura. Cuento El hereje entre mis libros de cabecera. No sólo destaca el ingente trabajo documental con el que describe el Valladolid convulso del siglo XVI, sino que es actual su mensaje de tolerancia, convivencia y adaptación para esta época de cambios sociales y económicos que vivimos.

Así era Miguel Delibes. Un académico nada academicista. Un enamorado de las entrañas de Castilla. Un hábil estudioso de las pasiones humanas. Un erudito de las palabras que puso la lengua del pueblo en boca de personajes inmortales. A través de uno de los más delirantes, Jacinto San José Niño, dijo el autor que la historia deberían escribirla los muertos. Así lo espero, porque allí dónde esté Miguel Delibes, hemos ganado un cronista de excepción.

Santos Llamas es presidente de Caja España

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