El futuro industrial en España
El desplome de la economía mundial y, más concretamente, de la actividad industrial, acaecido durante los años 2008 y 2009, ha supuesto un duro revés para la industria española, tan necesitada de estímulos que incrementen su nivel de competitividad. Esta situación, de dimensión global, ha afectado de desigual manera a los países, manifestándose de manera muy importante en España.
Del mismo modo que la crisis ha afectado de manera diferente a cada economía, la salida de este proceso se producirá también de manera desigual en la forma y en el tiempo. En lo que respecta a los países industrializados, y más concretamente a los de la zona euro, es predecible que Alemania y Francia afronten el periodo de recuperación de forma más rápida y mejor preparados que países como Irlanda, Italia y, lamentablemente, España.
Aunque el peor momento de la recesión de nuestra economía ya parece haberse superado, las previsiones de organismos nacionales e internacionales dibujan un escenario de reactivación muy gradual, que no se consolidará hasta el año 2011. Esto se podría traducir, en términos de crecimiento, en una horquilla que oscilaría desde una leve caída a unas décimas de aumento del PIB en 2010, mientras que en 2011 se podría alcanzar una tasa positiva, pero débil, en el entorno del 1%. De todo ello se puede inferir que la recuperación de la economía española será más lenta y tardía que la de otros países y, desde luego, de lo deseable.
En el caso concreto de la industria manufacturera, 2009 se puede calificar de annus horribilis para esta rama de actividad, con un nuevo decremento en noviembre del 1,4% respecto al mismo mes de 2008, y una caída del 15,8% en tasa interanual. Esto supone que la industria manufacturera española acumula 20 meses de caídas consecutivas.
Siendo cierto que la caída de la producción manufacturera en España está provocada, en gran medida, por la situación de recesión económica por la que atraviesa el conjunto de la economía española y el resto de las europeas, es también cierto que el hecho de que se perciba una reactivación de la economía en otros países de nuestro entorno puede provocar un incremento de los pedidos a nuestra industria, lo que redundaría en una ligerísima mejora de la situación actual.
Como ya se señaló en el Plan de Competitividad Industrial de CEOE, la industria española es un sector con una clara vocación exportadora, y por este motivo, es más sensible a lo que ocurre en los países con los que mantenemos una intensa actividad comercial. El hecho de que algunas de las grandes economías europeas empiecen a salir del estancamiento de los últimos años a buen seguro supondrá, de manera lenta, una ligera reactivación de nuestro tejido industrial.
Al margen de estas consideraciones, desde la Comisión de Industria de CEOE llevamos ya tiempo advirtiendo de la necesidad de acometer reformas estructurales de profundo calado que nos permitan sobrellevar, de una manera solvente, escenarios como el que actualmente atravesamos, contribuyendo de manera decisiva a mejorar el nivel de competitividad de nuestro sector industrial y, al mismo tiempo, la sociedad en general y el Gobierno en particular deben tener en cuenta que el sector industrial, tanto el tradicional como el que está emergiendo en torno a nuevas actividades industriales y a los servicios conexos, debe contar con apoyos claros e indubitados para que recupere el papel tan importante que ha jugado en el desarrollo y la modernización de nuestro país.
El escenario reflejado en el punto anterior ha sido posible porque el denostado sector industrial ha jugado un papel esencial en los últimos años, en los tres vectores básicos de competitividad como son, de un lado la innovación, ya que la industria lidera la innovación en España ejecutando más del 40% de la inversión total en esta materia, de otro lado la internacionalización, siendo el sector industrial, el responsable del 83% de las exportaciones españolas o lo que es lo mismo de casi el 53% de los ingresos de la balanza por cuenta corriente y finalmente la sostenibilidad, siendo en este sentido, la industria, la actividad económica que más esfuerzo inversor ha realizado para mejorar la sostenibilidad ambiental y su contribución ha sido decisiva para afrontar los programas de reducción de emisiones de gases contaminantes a la atmósfera.
Por todo lo anterior, el sector industrial debe afrontar el futuro sin temor y convertirse por derecho propio en el vehículo que pilote un viraje hacia el tan deseado "cambio de modelo productivo" que la sociedad española demanda y lo debe hacer en torno a una hoja de ruta que, sin más dilación, debe diseñar el Ministerio de Industria en torno a una política industrial sólida y creíble, para lo cual se deberían considerar, entre otras, las medidas reflejadas en el documento elaborado por la Comisión de Industria de CEOE, y por supuesto, una vez establecida la política industrial, debe contar con el compromiso y apoyo de todas las administraciones públicas.
Como conclusión cabe decir que la convergencia real con la Unión Europea en términos de bienestar y renta llegará, de forma estable, cuando se alcance una verdadera armonización industrial y su aportación al PIB se sitúe en el nivel que hoy se mantiene en los países más desarrollados, superior al 20% y la sociedad debe ser consciente de que una buena parte de su futuro se la juega en la puesta en marcha de una política industrial adecuada y acorde con sus expectativas de bienestar.
José Miguel Guerrero Sedano. Presidente de la Comisión de Industria de CEOE