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Tribuna
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El reto del emprendedor

Decía el filósofo francés Henri Bergson, conocido como el filósofo de la intuición, que la contemplación es un lujo, mientras que la acción es una necesidad. Nada más apropiado a los tiempos que corren que esta célebre frase, que define la mentalidad del propio personaje.

Efectivamente, la actual coyuntura económica obliga a lanzarse a la aventura emprendedora a muchas personas, que en la mayoría de las ocasiones se han quedado sin trabajo. La necesidad se convierte en virtud puesto que es en momentos como el actual cuando surgen los verdaderos emprendedores, aquellos que saben aprovechar los nichos de mercado que han dejado otros. En estos casos, el emprendedor no surge únicamente por vocación sino por instinto de supervivencia, ya que la contemplación tiene todavía más riesgos que el hecho de emprender un negocio por cuenta propia.

España es uno de los países donde la cultura emprendedora está menos arraigada. Según una reciente encuesta, la mayoría de nuestros jóvenes prefiere ser funcionario a emprender por su cuenta y riesgo su propio negocio. Para potenciar este aspecto, la labor de las Administraciones y de las asociaciones de emprendedores, como las integradas por jóvenes, mujeres, etcétera, cobran especial relevancia.

En los últimos tiempos, las diferentes Administraciones públicas se han esforzado por llevar a cabo planes de apoyo a la actividad emprendedora que han contribuido a formar y ayudar a miles de jóvenes (y no tan jóvenes) en el desarrollo de su plan de negocio. æpermil;sta es la pieza clave que debe tener muy en cuenta el emprendedor, puesto que va a ser la piedra de toque que articule todo su proyecto.

Un buen plan de negocio, además de tener una buena idea, compromiso y trabajo, tiene que descansar en dos patas: el plan de inversión-financiación y la previsión de resultados de tres a cinco años. A esto hay que añadir una breve memoria de la actividad, que detalle el tipo de negocio, número de empleados y la inclusión un pequeño plan de marketing. El plan de inversión-financiación especifica la inversión total que tiene que realizar el emprendedor para abrir el negocio, que se divide en inversión en activo fijo y en activo circulante. Además, tiene que detallar cómo se va a financiar toda la inversión, explicando cuánto va a aportar con recursos propios y cuánto va a solicitar a la entidad financiera. Todo ello tiene que explicarse de forma realista y coherente.

Desgraciadamente, de la teoría a la práctica hay un gran trecho puesto que la restricción crediticia, una de las consecuencias de la actual crisis económica, ha provocado que se miren con lupa no ya sólo a los proyectos empresariales de los emprendedores sino a empresas absolutamente consolidadas.

En este punto, una de las herramientas que están apoyando decididamente a los emprendedores son las sociedades de garantía recíproca, presentes en cada una de las comunidades autónomas. A diferencia de las entidades de crédito, cuyos análisis de riesgo en la concesión de la financiación están cada vez más industrializados vía scoring, perdiendo, en definitiva, el contacto y la profundización del propio proyecto y del emprendedor, las sociedades de garantía recíproca, como Avalmadrid SGR, tienen una visión más personalista; es decir, estudian más a fondo no tanto el nivel económico del cliente sino la viabilidad de su proyecto o, lo que es lo mismo, tienen una mentalidad más profesional y cercana. No se trata, por ejemplo, de insistir a la entidad de crédito a través de los llamados facilitadores para que concedan un crédito, sino de involucrarse en la idea del emprendedor con la experiencia que estas sociedades tienen en este tema, haciéndole ver los puntos débiles de su plan de negocio y corrigiéndole, en su caso, para que éste pueda tener éxito. A través de su aval, que asume el 100% de la financiación, se consigue acceder a una financiación preferente tanto en costes como en plazo.

No hay que olvidar, en definitiva, que las empresas y los emprendedores como origen de las mismas son los que crean verdaderamente riqueza y empleo, y para apoyar su esfuerzo, las sociedades de garantía recíproca, ejemplos de colaboración público-privada entre las Administraciones públicas, las entidades de crédito y los empresarios tienen en estos momentos un papel esencial.

Juan Luis Fernández-Rubíes. Consejero Delegado de Avalmadrid SGR

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