El escándalo de Eurostat y Goldman Sachs
"¡Aquí se juega!", se escandaliza el capitán Renaud en Casablanca como excusa para cerrar el casino de Rick-Humphrey Bogart. Una sorpresa parecida se ha llevado Eurostat, la presunta oficina de estadísticas de la Comisión Europea, cuando tras 35 años de plácida vida en Luxemburgo (un paraíso internacional, como Casblanca en su día, dónde "sólo" operan un centenar largo de bancos de todo el mundo) ha descubierto por la prensa que Grecia realizó con Goldman Sachs algunas operaciones financieras que le permitieron suavizar a corto plazo las cifras de deuda pública y repercutir más tarde el coste de toda la transacción.
Ninguno de los 600 capitanes de Eurostat había tenido tiempo hasta ahora de leer las numerosas informaciones que desde hace una década se publican sobre la alquimia financiera que algunos países utilizan para aplazar el impacto de ciertas deudas. Es comprensible esa dexconesión con la realidad en un organismo que todavía en 2010 no ha logrado disponer de una página web mínimamente inteligible. (Bueno, algo ha mejorado, porque buscas PIB y ya no te dice que no ha encontrado ningún documento con esa referencia).
Por supuesto, la Comisión, tras escandalizarse, ha reaccionado como buen gendarme: ha pedido los papeles al gobierno de Atenas y en cuanto le lleguen, los estudiará con mucho detalle. Quizá incluso dentro de algunas décadas llegue a alguna conclusión que comunicará a los biznietos de Papandreu o Karamanlis, quienes por supuesto serán primeros ministros de Grecia.
Pero ni Grecia ni el resto de socios comunitarios deberían reírse demasiado de Eurostat porque las cosas pueden ir a peor. La Comisión ha vuelto a proponer que los funcionarios de Luxemburgo completen su arsenal de calculadores con poderes suficientes para auditar las cuentas públicas y descubrir las operaciones extrañas un poco antes de que sean vox populi.
No parece probable que a corto plazo los ministros de Economía y Finanzas vayan a regalar un arma tan potente y sofisticada a la ciudadela estadística de Luxemburgo. Pero si la obtiene, cabe temer tantos desaguisados como los cometidos por la Oficina europea de Lucha contra el Fraude, la inefable Olaf, a la que hace unos años también se le ampliaron los poderes de investigación.
Más intranquilos deberían estar los bancos de inversión, porque la repentina sorpresa europea ante las labor de Goldman Sachs en Atenas parece responder a motivos que nada tienen que ver con los endémicos números rojos griegos. El gobierno francés, entre otros, tiene interés en poner orden en los llamados seguros de impago de crédito o credit defaul swaps (CDS), un mercado sin regular al que algunos culpan, no sé si con razón, de las tensiones sufridas por la deuda pública de algunos países de la zona Euro como Grecia o España. De ahí viene el tremendo interés de los capitanes Renaud y su grito indignado de "¡aquí se tituliza!". Puede ser el comienzo de una gran enemistad entre la UE y los derivados.