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Discurso sobre el Estado de la Unión

Obama hace del empleo su prioridad en 2010

La situación económica y algunas propuestas para solucionar el paro, "la prioridad en 2010", acapararon el discurso sobre el Estado de la Unión que Barack Obama pronunció ayer en el Congreso. Fue una alocución inusualmente larga en la que el presidente alternó la seriedad con algún que otro toque de humor y no evitó ni el sarcasmo ni la admonición tanto a los miembros de su partido como al de la oposición a los que reclamó unidad y políticas constructivas para hacer viable su promesa de "cambio". Solo después de haber dado un importante repaso a la economía, es decir, 25 minutos después de haber iniciado el discurso, Obama se refirió a su programa estrella ahora en peligro, la reforma sanitaria. El presidente pidió que no se abandonara.

El presidente de EE UU, Barack Obama, durante el discurso sobre el Estado de la Unión
El presidente de EE UU, Barack Obama, durante el discurso sobre el Estado de la UniónReuters

Empleo, economía, empleo, una vez más economía y recuperación de la confianza de unos estadounidenses que cada vez miran a Washington con mayor cinismo. Ese fue el mensaje principal que quiso mandar ayer Obama durante casi una hora y 15 minutos de discurso, una alocución inusualmente larga en la que el presidente se mostró a veces severo, a veces festivo y coloquial y sobre todo, muy relajado, como si la tormenta política que se ha desatado tras la victoria republicana en Massachusetts no fuera un grave muro en el camino para su agenda.

No obstante, el presidente sabe que lo es y al final de su discurso, con un tono solemne -que contrastaba con el informal que adoptó desde sus primeras palabras-, admitió que la Administración "ha sufrido algunos reveses este año, y algunos ganados a pulso". Eso si, haciendo gala de su pragmatismo y su carácter de corredor de fondo en términos políticos, Obama aseguró que se levantaba cada mañana "sabiendo que esos reveses no son nada comparados con los que han sufrido familias en todo el país este año. Esto es lo que me mantiene trabajando y lo que me mantiene luchando".

A esas familias, unos estadounidenses agotados por una crisis cuya dureza solo conocían por crónicas de sus mayores, Obama dedicó buena parte del discurso. "Para esos americanos y muchos más el cambio no se ha producido lo suficientemente rápido. Muchos están frustrados, otros están enfadados. No entienden porqué el mal comportamiento de Wall Street es premiado pero el duro trabajo en Main Street no, o por qué Washington no ha sabido o querido resolver sus problemas", dijo.

Obama dedicó apenas unos minutos a la estabilidad financiera y dijo odiar el rescate a la banca. "Todos lo odiamos, ha sido tan popular como hacerse una endodoncia. Pero cuando me presenté para la presidencia prometí que no haría lo que es popular sino lo que es necesario", aseguró antes de explicar que sin estabilizar el sistema financiero la economía habría estado en peor situación. El presidente recordó que ha propuesto un impuesto especial a la banca para que apoyen a los contribuyentes que tanto han dado a estas entidades y añadió una propuesta más, tomar 30.000 millones de dólares del dinero del rescate de la banca (TARP) que ha sido devuelto para dárselo a los bancos pequeños y que estos puedan prestar dinero a las pymes.

A estas pequeñas y medianas empresas, prometió rebajas fiscales para las nuevas contrataciones y las subidas de los salarios. "Y mientras hacemos esto, eliminemos la fiscalidad de las plusvalías en las inversiones de los pequeños negocios y demos incentivos a todas las empresas que quieran invertir en plantas y equipos". Fueron un par de líneas que pusieron en pie a todo el hemiciclo. Republicanos incluidos.

Tras recordar que el estímulo fiscal ha permitido salvar o crear un total de dos millones de empleos, Obama declaró que este es el año en el que la prioridad serán los puestos de trabajo y pidió al Senado que agilizase la aprobación de una ley para dinamizar el empleo que ya lleva meses bajo estudio. El presidente puso especial énfasis en el papel que pueden tener las infraestructuras para ello y anunció que en breve se empezará a trabajar en la línea de alta velocidad ferroviaria del corredor de Florida.

El presidente dijo que no era ambicioso sino que todo el mundo está preparándose para la nueva etapa económica tras esta crisis. China, India y Alemania están modernizando sus economías, "están reconstruyendo su infraestructura, poniendo énfasis en la educación de matemáticas y ciencia, haciendo inversiones serias en energías limpias porque quieren esos empleos". "Yo no quiero que EE UU sea segundona, a pesar de lo difícil, incómodo y controvertido que sea, es momento de ser serios ya arreglar los problemas que traban nuestro crecimiento".

Desde el atril de oradores, Obama recortó a los americanos que se ha aumentado la protección social y se han recortado hasta 25 tipos de impuestos para el 95% de las familias trabajadoras mientras no se han subido a nadie. El presidente dijo también que eso era insostenible debido al déficit que hace frente el Estado, 1,35 billones de dólares. Obama, como hiciera Ronald Reagan en su momento, dijo que la mayor parte del déficit es heredado y que él solo lo ha ampliado en una pequeña parte para evitar una nueva depresión. Sus recetas para rebajar este agujero pasan por congelar una serie de gastos discrecionales no ligados a defensa y seguridad (un séptimo del presupuesto) durante tres años a partir de 2011 y eliminar los recortes fiscales a las petroleras, gestores de inversión y los que ganen más de 250.000 dólares al año. "No nos lo podemos permitir". El presidente anunció además que formará, mediante orden ejecutiva, una comisión parlamentaria para buscar soluciones al déficit después de que el Senado derrotara una propuesta bipartidista por crear una.

Obama habló de la necesidad de aprobar la reforma financiera. "No quiero enfrentarme a los bancos pero que quiero proteger la economía", dijo. También pidió al Senado que aprobara la ley energética y medioambiental. Fijó objetivos como el de duplicar las exportaciones en dos años, eliminar las diferencias salariales en función de sexo y acabar con la discriminaciones de los homosexuales en el ejército, innovar, construir centrales nucleares y reformar la ley de inmigración.

Pese a lo largo de su discurso, el presidente apenas dedicó más de un folio de los 25 en los que se contenía su discurso a la reforma sanitaria. Bromeó porque era su deseo tenerla aprobada ya y "ahora debe ser más que obvio que no hice prioridad de esta reforma por motivos políticos". El presidente admitió parte de culpa por no haberlo sabido explicar mejor y pidió soluciones y alternativas a los republicanos quienes se han quejado en repetidas ocasiones de que nadie les ha querido realmente en el debate. En un tono más serio pidió que no se abandonase esta reforma.

Además de pedir responsabilidad, el fin del obstruccionismo a ambos partidos y que no pensaran continuamente en términos electorales, Obama lanzó un raro rapapolvo a los miembros del Tribunal Supremo, presentes con sus togas en la sesión. El presidente lamentó la última sentencia emanada y apoyada por el ala más conservador de este Alto Tribunal que elimina los límites a las contribuciones que las empresas y sindicatos (incluso extranjeros) pueden hacer a las campañas políticas. Obama pidió al Congreso que hiciera una ley que enmendara esa sentencia. Samuel Alito, uno de los jueces de este ala conservador, fue captado por las cámaras diciendo "no, its not true" ("no es verdad") cuando el presidente hizo el comentario sobre las entidades jurídicas extranjeras. Pese a ello, el juicio, el de Obama es ampliamente compartido.

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