'Animal spirits' en Copenhague
Nuño Rodrigo - 18/12/2009
La última crisis financiera ha socavado los cimientos de ideas aceptadas. Presuntamente, la Bolsa es un mercado sustentado en decisiones racionales. Pero visto su comportamiento de los últimos años han ganado peso las tesis que apuntan los instintos primarios como base de las decisiones de inversión, como explican Aklerloff y Shiller en su libro. Estos espíritus animales, la búsqueda del resultado en el cortísimo plazo, es algo que también marca decisiones personales y políticas.
En Copenhague hoy es el último día para conseguir un acuerdo que se diferencie sustancialmente de una foto de familia. Ninguno de los países asistentes a la cumbre -salvo petroleros como Arabia Saudí- discute la base humana del calentamiento global o el hecho de que, si no se toman medidas, las consecuencias serán profundas. Pero parecen incapaces de ponerse de acuerdo.
Es el dilema del prisionero, clásico de la teoría de juegos. Si dos sospechosos no confiesan su participación en un crimen, son condenados a una pena leve; si los dos confiesan, ambos son condenados a seis años; si uno confiesa y el otro no, el primero es liberado y al otro le caen 10 años. La solución óptima es el acuerdo -no confesar-, pero la desconfianza mutua conduce hacia el aparentemente absurdo resultado de que los dos confiesan, y son condenados a seis años. El caso de Copenhague es aún más doloroso, pues si no hay acuerdo los efectos los compartiremos todos, y son irreversibles.
Ahora bien, los mismos líderes que se juntan en la bella capital báltica no tuvieron problemas para acordar rescates bancarios cuya cuantía supera de largo las inversiones necesarias para reducir la dependencia del carbono. ¿Una invitación a la esperanza? Quizá. Pero también puede ser la lamentable confirmación de nuestra naturaleza animal, de la primacía de los instintos del aquí y el ahora, en las decisiones que toma nuestro presuntamente racional cerebro. nrodrigo@cincodias.es