Deuda hasta en la sopa
Hace unos días, el interventor de la ciudad de Nueva York, William Thompson, publicó un informe de incómoda lectura. Se trataba del estudio anual sobre la deuda y obligaciones de la ciudad de los rascacielos. Verdaderamente, muy incómodo.
Las cuentas de Thompson indican que el año fiscal 2009 deja en las espaldas de cada neoyorquino una deuda de 7.760 dólares. Es una cifra que no ha dejado de crecer en las últimas dos décadas. En 1990, la deuda per cápita era de 2.951 dólares. El incremento ha excedido la inflación (93 puntos porcentuales) y los ingresos por impuestos de la ciudad (17 puntos porcentuales); es la más alta del país, de acuerdo con varios ratios, entre ellos el que la relaciona con los ingresos anuales de cada ciudadano.
El pasivo de la ciudad se empezó a disparar en los noventa a un ritmo del 6,4% anual. En aquel momento se necesitaba dinero para reparar y poner al día grandes infraestructuras públicas, a las que apenas se hizo caso durante la crisis de los setenta por falta de dinero. Durante esos años de aumento de la deuda, siendo el republicano Rudolph Giuliani alcalde y disfrutándose de un buen momento económico, los impuestos se redujeron. Algunas de las rebajas llegaron impulsadas por el Gobierno del estado de Nueva York, que desde 1995 hasta 2006 estuvo dirigido por otro republicano, George Pataki.
En su estudio, el interventor tiene una noticia buena y una mala. La positiva es que aún no se ha llegado al límite de la capacidad que la ciudad tiene para endeudarse. La mala, que a lo mejor ese límite no hay que ni rozarlo dada la situación actual. Según Thompson, el peso de la creciente deuda de la ciudad "amenaza con convertirse en imposible de afrontar, ya que la economía de la ciudad sufre el impacto de una crisis económica, global, nacional y local".
Desde luego, en el nivel administrativo inmediatamente superior, el estado de Nueva York, la situación no puede ser más complicada. El gobernador David Paterson ha tenido que tomar prestado de algunas agencias estatales para poder pagar las facturas de diciembre y el 30 de noviembre anunció que iba a emitir una orden ejecutiva para eliminar gastos por valor de 1.600 millones de dólares, para reducir un déficit presupuestario que ya suma 3.100 millones. A los legisladores les ha pedido que busquen fórmulas para recortar en otros 1.500 millones de dólares los gastos o para ingresar esa cantidad antes de que se acabe el año fiscal.
El interventor del Estado, Thomas DiNapoli, cree que Paterson es algo optimista y calcula que la cuenta final negativa del presupuesto ascenderá a 4.100 millones de dólares. DiNapoli ha advertido a los políticos que tienen que cerrar el déficit "y poner la casa en orden sin usar trucos de corto plazo como más deuda o impuestos excepcionales". Es decir, justo lo que se está debatiendo. "Un parche hoy es un problema mañana", dijo antes de advertir especialmente contra la emisión de más deuda. En el estado de Nueva York cada ciudadano es responsable de 3.000 dólares.
Es decir, que los habitantes de la Gran Manzana, en particular, se encuentran con deuda hasta en la sopa, y está por ver para qué década se puede dejar la nueva puesta a punto de las infraestructuras.