Naturalidad solidaria en Cartay
José Ramón Díaz trabaja rodeado de productos que destina a ayuda humanitaria.
Necesita estar rodeado de los productos con los que trabaja, en este caso, kits de higiene, de vestuario y de maternidad, destinados a la ayuda humanitaria. Porque para José Ramón Díaz, consejero delegado de Cartay, lo importante es la creatividad, "ponernos en la piel de la persona que va a recibir nuestro envío de ayuda humanitaria, que ha de llegar al destinatario en las mejores condiciones". El producto que maneja es de alta sensibilidad, "no hay que olvidar que va a zonas de extrema pobreza, gente que lo ha perdido todo, un escenario diferente del mundo real".
Díaz ejerció su carrera profesional en el sector financiero, en American Express, y en esa área desarrolló el concepto de servicio y atención al cliente. Cartay nació como proyecto empresarial hace 15 años debido a la inquietud de este profesional por llevar a cabo su propia actividad económica. "Es un orgullo ver crecer a tu propia empresa, tener una idea y desarrollarla, abrir un mercado, acertar y, sobre todo, mantenerte en el tiempo".
Cartay comenzó su andadura en 1996, poco después ganó un concurso internacional para enviar material de supervivencia a damnificados de la guerra de los Balcanes en Kosovo. Su actividad principal se realiza en el área de las organizaciones no gubernamentales, organismos públicos y empresas vinculadas a la ayuda humanitaria. "Estamos preparados para dar respuesta a cualquier catástrofe que se produzca". Sus principales clientes son, entre otros, Cruz Roja, Médicos Sin Frontera, Unicef y Salvamento Marítimo. "El sector en el que estamos engancha porque ves que tiene un retorno inmediato, como es aliviar una desgracia puntual, sobre todo después de enviar en un plazo récord 40 camiones hacia Yugoslavia con material para cubrir las primeras necesidades".
También han conseguido la homologación de Naciones Unidas que les capacita para suministrar producto a cualquier organismo perteneciente a esta institución. "Tenemos capacidad para entregar en 48 horas un volumen de carga en el aeropuerto de Barajas o en el puerto de Valencia. "Estamos especializados en productos de higiene, pero también diseñamos y fabricamos ropa para atender cualquier emergencia, como la llegada de una patera a nuestras costas". Pero su labor intenta que vaya más allá de la entrega del producto y cumpla una función pedagógica. Con este fin han ideado, por ejemplo, un kit dental con el que se pretende enseñar a los niños en edad escolar a cuidar su boca. La iniciativa ha sido acogida, de momento, en Andalucía, donde se han distribuido 370.000 unidades dentales; Extremadura, donde se han repartido 120.000, y Galicia y La Rioja, donde han enviado más de 100.000 cepillos de dientes. "Este proyecto es ambicioso y me gustaría que no se quedara únicamente en España, sino extenderlo a África, donde está todo por hacer".
José Ramón Díaz, que trabaja rodeado de plantas en un auténtico vergel, intenta conjugar la ayuda solidaria con la rentabilidad de la compañía, que él define de "razonable, porque nos permite vivir de este trabajo a 35 familias". En Cartay no trabajan con voluntarios, es una organización profesionalizada, eso no quita para que en la plantilla haya algún trabajador con alguna discapacidad, sobre todo en el área de manipulación de los productos.
El currículo de este ejecutivo es atípico, ya que estudió Marino Mercante, pero sólo ejerció en los comienzos. "Me di cuenta de que el mar es muy sacrificado y realmente no era mi vocación". Decidió estudiar la carrera de Empresariales, pero no la finalizó. Más tarde, cuando ya trabajaba en American Express, realizó un máster para ejecutivos en el Instituto de Empresa.
Le gusta comenzar su jornada de trabajo temprano porque las primeras horas del día son las que más se aprovechan. "Intento conjugar dos factores muy difíciles para mí, ya que por un lado soy desorganizado y, por otro, tengo dificultad para separar lo importante de lo urgente y de lo que me apetece hacer". A Cartay le dedica todas las horas del día, nunca desconecta, sobre todo ahora que ha comenzado a trabajar con China e India, ya que algunos productos no puede producirlos en España.
El velero como referencia vital
Es aficionado al mar, a pesar de que decidió no ejercer como marino, y a la vela. En un lugar privilegiado del despacho tiene la maqueta de un velero antiguo, "lo tengo como referencia porque el mar es un lugar donde suelo dejar la mente libre, nada me puede gustar más". Entre sus objetivos está enseñar a sus tres hijas pequeñas a navegar. Y es precisamente su descendencia la que marca su agenda. "Antes llegaba a la oficina a las siete de la mañana, pero desde que las niñas van al colegio me gusta desayunar con ellas y acompañarlas yo mismo a clase". Ahora llega 0sobre las diez de la mañana, "una hora poco habitual de entrada al trabajo de un empresario, pero entiendo que no hay nada más satisfactorio que poder conciliar esa faceta de tu vida". En la pared tiene un cartel firmado por la fotógrafa Annie Leibovitz, con la que colaboró en American Express en 1992. Otra de sus obsesiones son los peces, en la oficina tiene dos acuarios. Y aunque en su despacho se siente a sus anchas, lo que de verdad le gusta es recorrer los 5.000 metros cuadrados de almacén de los productos de ayuda.