_
_
_
_
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un gran paso adelante de Iberia y British Airways

Anoche, las aerolíneas Iberia y British Airways (BA) confirmaron una fusión iniciada hace 16 meses. Tras varios procesos de aproximación y enfriamiento de la negociación, las dos compañías de bandera han decidido formar una sola empresa en la que los británicos tendrán el 55% del capital y los españoles el 45%, y en la que Caja Madrid será primer accionista. Willie Walsh, consejero delegado de BA, será el hombre del día a día de la fusionada, y la presidencia, con amplias parcelas de poder ejecutivo, quedará en manos del presidente de Iberia, Antonio Vázquez, que hace sólo unos meses se hizo cargo de la empresa española para desbloquear el proceso. El equipo directivo se repartirá a partes iguales. La sede social del nuevo holding estará en Madrid y la financiera recalará en Londres.

La fusión es una buena solución para las dos compañías, dado que el devenir del negocio de la aviación comercial en los últimos años abocaba a ambas a un proceso de concentración para poder atender con criterios de escala y rentabilidad todos los espacios del negocio. Ni Iberia ni British podían seguir siendo demasiado pequeñas para convertirse en uno de los grandes operadores globales, ni demasiado grandes para limitarse a un mercado restringido nacional. Y en el caso de Iberia menos, cuando España se ha convertido en uno de los campos de batalla preferidos en los que las compañías de bajo coste, tanto anglosajonas como alemanas, dilucidan el futuro del modelo, aprovechando el fuerte atractivo natural de los destinos turísticos.

De hecho, Iberia ha reaccionado ya hace meses, en pleno proceso de negociación de su aventura británica, con la creación de una aerolínea de bajo coste que ha terminado empaquetada con Vueling. No obstante, el empeño en el que Iberia ha echado el resto en los últimos años, y que la ha convertido en pieza apetecible para otras grandes compañías de bandera, ha sido la consolidación de los vuelos de largo radio, sobre todo los destinos latinoamericanos desde España, justo allí donde el low cost tiene más dificultades para defender su estrecho modelo de negocio.

En este sentido, Iberia compagina como anillo al dedo sus rutas con las de BA, con la que lleva colaborando un decenio largo bajo la alianza One World. Pero deben ajustar sus flotas y todos sus recursos para dar batalla también en el radio medio y en el citado low cost. Desde luego deberán ajustar sus costes si aspiran a convertirse en una empresa global con un balance saneado. Ahora tanto Iberia como BA pasan por momentos financieros delicados, pues la británica perdió entre abril y septiembre 238 millones de euros, e Iberia, cuyas cuentas trimestrales se conocerán hoy, acumuló en los seis primeros meses un déficit de explotación de 165 millones. La crisis mundial ha agravado sus respectivas cuentas, lo que demuestra que no tenían muchas más salidas que la concentración, y que seguramente incluso ésta se ha retrasado demasiado. Los cálculos de los expertos predicen que la unión podría suponer unos ahorros de más de 250 millones de euros. Pero la fusión deberá afrontar también los complicados problemas laborales que arrastran ambas aerolíneas: estos días la española padece una huelga de tripulantes de cabina y la británica mantiene todavía abierto el problema del fondo de pensiones de sus trabajadores cuyo déficit se estima en 3.000 millones.

La fusión es necesaria, pero no suficiente si la empresa resultante quiere convertirse, tratándose de una de las tres mayores compañías del mundo, en una referencia en la navegación comercial, lo que implica tener garantizada la rentabilidad del negocio. Por de pronto, los mercados bursátiles han valorado positivamente la operación, con subidas del 11,78% en Iberia y del 7,50% en British. La parte más complicada llega ahora, con la trabajosa digestión de procesos de concentración tan complicados siempre, pero más aún en corporaciones con muy diversos intereses económicos, laborales y culturales. Pero todo apunta a que Iberia, y con ella la economía nacional, saldrá ganando, pues contará con una aerolínea más grande y competitiva que mejore las comunicaciones de España con el resto del mundo. Además, la operación no debería mermar la competencia, pues ya hay muchas compañías que operan entre Gran Bretaña y España.

Más información

Archivado En

_
_