Lovells y Hogan se unirán en uno de los diez bufetes más grandes del mundo
Los órganos de dirección de la firma británica Lovells y de la estadounidense Hogan & Hartson anunciaron ayer su respaldo a la que constituirá la primera fusión trasatlántica del mercado de servicios jurídicos. El acuerdo, que está pendiente de aprobación por los socios, creará una de las diez mayores firmas del mundo. Un gigante de 2.400 abogados, 40 oficinas y alrededor de 1.300 millones de facturación.
Más de un año de conversaciones para forjar un acuerdo entre iguales. Las direcciones de Lovells y de Hogan & Hartson anunciaron ayer que "recomendarán unánimamente" a sus socios cerrar el acuerdo de fusión entre ambas firmas. La votación, que está prevista para mediados del mes de diciembre, culminará un acuerdo que se hará efectivo el 1 de mayo de 2010. De él saldrá una firma con 2.400 abogados, más de 800 socios, 40 oficinas en Estados Unidos, Europa, Asia, Latinoamérica y Oriente Próximo y una facturación conjunta de 1.300 millones de euros. Un gigante que ocupará un lugar propio en el Top ten del mercado global de los servicios legales. "Se trataría de la primera fusión trasatlántica entre dos de las 30 mejores firmas del mundo", recordaba ayer J. Warren Gorrell Jr., presidente de Hogan & Hartson, mientras David Harris, managing partner de Lovells aludía a "la fuerte similitud entre los valores culturales de ambas firmas" y a la complementariedad de áreas como "corporate, M&A, finance, regulatorio, contencioso y propiedad intelectual".
Beneficioso para la firma en España
"Las dos firmas teníamos en mente la idea de hacer algo diferente, una operación trasatlántica. Llevamos más de un año de conversaciones, porque en un acuerdo como éste hay que estudiar muchos aspectos distintos, incluso personales, al fin y al cabo quienes nos unimos somos personas. Es una fusión entre iguales, hay que buscar equilibrios, no puede haber vencedores y vencidos", explicó ayer José María Balañá, socio director de Lovells en España y miembro del Counsel de la firma a nivel global.
Balañá destacó que el acuerdo beneficiará de forma importante a Lovells en España -que en su último ejercició facturó 14 millones, un 16% más que el anterior- puesto que reforzará su oferta en Estados Unidos. "Hay muchas grandes empresas españolas muy interesadas en aprovechar el Plan de Obama de infraestructuras. La fusión nos permitirá acompañar de una forma mucho más potente a nuestros clientes en Estados Unidos y también en Latinoamérica, donde Hogan & Hartson tiene una presencia importante, y donde Brasil, con las Olimpiadas, reforzará mucho sus oportunidades de negocio".
El socio director de Lovells en España resta importancia al ajuste que deberá llevarse a cabo entre los distintos sistemas de remuneración a los socios de una y otra firma. Mientras Lovells aplica un sistema lockstep, basado en en la progresión constante y la antiguedad, Hogan & Hartson premia más los resultados a corto plazo y el mérito, lo que aporta cada socio. "En los últimos años en las firmas anglosajonas de este lado del Atlántico se han aplicado modificaciones en el sistema de retribución para introducir también elementos de meritocracia", concluye.
El abogado del escándalo Lewinsky
Tanto David Harris, managing partner de Lovells, como José María Balañá, socio director de la firma en España, incidieron ayer en que ambos bufetes tienen grandes similitudes. "Para nosotros es fundamental que la firma con la que nos casemos tenga unos valores idénticos a los nuestros", señaló Balañá. No es lo único que tienen en común. Las dos firmas cuentan con un tamaño parecido y tuvieron resultados similares durante el año pasado: 621,3 millones de euros Hogan, 592 millones Lovells. El beneficio medio por socio en la firma británica en 2008 fue de 653.448 euros, mientras que en la estadounidense ascendió a 781.286. Como anécdota, Hogan & Hartson anunció el mes pasado el fichaje como nuevo socio del famoso abogado estadounidense Robert S. Bennett, de la firma Skadden, Arps, Slate, Meagher & Flom. Bennett, de 70 años, ha defendido a clientes de la talla del ex presidente de EE UU Bill Clinton durante el affaire Lewinsky y del ex presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz.