El virus de la ilusión, ilusiónate y contagia
Crisis, crisis, crisis ¿Sabemos hablar o pensar en algo que no sea la crisis? Ya sé que la situación es bastante difícil, pero por mi parte creo que el mundo no se acaba en el 2009, que no es el Apocalipsis.
Cuando oigo las noticias que hablan de la cifra de parados, la falta de liquidez en las pymes, la baja concesión de crédito por parte de las entidades financieras, etcétera, me imagino (y los que hayan crecido con La historia interminable de Michael Ende me entenderán) que la crisis es como La Nada, un ente etéreo que genera emociones negativas, que lo cubre todo de pesimismo y nostalgia de otros tiempos, que lo engulle todo, lentamente pero sin dar tregua.
¿Qué hacer entonces?: ser como el personaje del Comepiedras, sentados, autocompadeciéndonos, rememorando nuestras antiguas riquezas y esperando a que La Nada nos engulla, o ser como Atreyu, que no desfallece, peleando por el futuro.
Me niego a ser engullida por La Nada. No busquemos excusas, porque lo fácil, lo cómodo, es ser el Comepiedras. Debemos sacudirnos el pesimismo, plantarle nuestra mejor cara a la crisis para poder observar el mundo que nos rodea con un espíritu emprendedor, buscando las mejores oportunidades.
En estos momentos, la mayoría de organizaciones están pasando por momentos críticos y es responsabilidad de sus líderes conseguir que sus equipos asuman este cambio, incluso cuando La Nada se ha llevado a compañeros. Que se vean a sí mismos no como los siguientes, sino como los aguerridos supervivientes y continúen trabajando hacia el futuro. Es responsabilidad de sus líderes que sus equipos se vuelvan a ilusionar.
En algunas empresas, conscientes del creciente negativismo y el problema que éste genera en el rendimiento, se han decantado por la organización de jornadas lúdicas, cuyos objetivos se centran en la motivación, la alegría, la nueva creación o la creación desde las cenizas.
Jugando con la intersección de elementos propios de otros ámbitos, como la risoterapia, la pintura, la construcción con globos o la magia, y uniéndolos a contenidos formativos propios del desarrollo de habilidades, se pueden crear temarios muy tentadores y reconfortantes para los empleados. Por un lado, los equipos directivos trabajarán sobre su capacidad de liderar desde la motivación, la ilusión y su habilidad para transmitirla. Por otro, los integrantes de la organización trabajarán sobre la necesidad de los cambios, la forma de asumirlos y la capacidad para afrontar nuevos retos.
Estas jornadas, que en Evolución 21 hemos bautizado como Experiencias, tienen la ventaja de poderse trasladar al escenario idóneo según necesidades y presupuesto de cada organización. Desde ambientes preparados, en los que los participantes se pueden sentir parte de la Orden del Temple o un personaje del juego Cluedo, a simples salas en las que se trabaja con grupos de más o menos tamaño, pero consiguiendo igualmente el objetivo.
De la misma forma que lo negativo puede envolvernos, la ilusión puede ser igual que la fuerza que empuja las fichas de dominó hacia un objetivo común.
En definitiva, debemos ser conscientes, la forma en que afrontamos la vida marcará los frutos que obtendremos de ella. Tan responsables somos de nuestra actitud como de la influencia que ejercemos en los demás. Utilicemos, por tanto, esta influencia como herramienta a nuestro favor para generar esperanza en el futuro e ilusión en los nuevos proyectos. Si la ilusión es un virus, no pienso vacunarme, y sugiero que te ilusiones y contagies a todos los que te rodean.
Mónica Castillo. Directora de operaciones y consultora de formación de Evolución 21 Formación y Consultoría www.evolucion21.com