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Alemania sentencia a la UE

A Bruselas le tiemblan las piernas desde hace dos semanas. La culpa (o el mérito, más bien) es del Tribunal Constitucional alemán que ha puesto negro sobre blanco la peligrosa deriva a-democrática de la llamada "construcción europea".

Los jueces alemanes han alertado en una trascendental sentencia que "en algunas áreas políticas, la Unión Europea tiene el perfil que corresponde a un Estado federal, pero sus mecanismos internos de decisión y nombramientos siguen siendo los de una organización internacional". Es decir, que si no se corrige el proceso, la UE vaciará de competencias los estados nacionales, pero sin someter la nueva estructura a un control democrático comparable al que ejercitan ahora los pueblos en cada Estado miembro.

La Comisión Europea y el Parlamento Europeo ya preparan una respuesta política a la sentencia para después del verano. Pero el veredicto ni siquiera acepta al Parlamento Europeo actual como "portavoz" de la opinión popular. "El desarrollo de sus competencias", dice el Tribunal alemán, "puede reducir, pero no del todo, la brecha existente entre el proceso de decisión de las instituciones de la UE y el poder democrático de actuación de los ciudadanos en sus Estados".

Quizá suene todo como la enésima disertación filosófica sobre el supuesto déficit democrático de la UE. Pero la diferencia esta vez es que el Tribunal Constitucional alemán advierte que no aceptará nuevos avances en el proceso de integración europeo si no se democratiza la Unión. Y lo hace, precisamente, en la sentencia que autoriza a Berlín a ratificar el Tratado de Lisboa. Es decir, que ese texto, si entra en vigor, es el punto final de la construcción europea de arriba abajo, a base de componendas diplomáticas y de desprecio a la discusión política. Así que, mientras la burocracia bruselense tiembla, la democracia europea se fortalece.

Foto: Wrouw (2002), obra de la artista croata Loreta Visic. (B. dM., octubre 2008).

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