Nos quedamos en México

Barack Obama ha cancelado dos veces encuentros con quienes abogan por la largamente esperada, y hasta ahora malograda, reforma de la ley de inmigración.

Pero el viernes, por fin, se reunió con una asociación de hispanos a los que les dijo que quiere reformar la ley para ofrecer un camino a la ciudadanía a los inmigrantes indocumentados que se vuelvan a su país y soliciten legalmente la entrada. Si esto supone un revés para las expectativas de muchos, lo peor es que el presidente, que se hizo con el voto latino en las elecciones, dejó en términos muy vagos el calendario de la reforma.

Y sin embargo, el momento político apropiado puede ser ahora ya que la inmigración ilegal es ahora menos controvertida que cuando se intentó la reforma durante la legislatura de George Bush. El motivo es que desde 2006 el flujo de entrada de indocumentados desde México se ha desacelerado y ahora no se percibe que haya que parar una ola migratoria.

Las condiciones económicas (sobre todo en la construcción) disuaden a muchos hispanos de aventurarse en EE UU. En los cuatro primeros meses las remesas han caído un 8,7% con respecto a 2008, según el banco de México y la represión que se instaló después de fracasar la reforma de Bush ha hecho que mexicanos y centroamericanos se replanteen cruzar la línea. En 2008, el número de detenidos en la frontera fue el más bajo desde 1973, es decir, muchos optan por quedarse en México.