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A fondo

El deseable fin de los reinos de taifas de las cajas

La crisis contribuirá a eliminar los recelos a las fusiones entre cajas de distintas regiones.

Miguel Moreno Mendieta

Las taifas fueron los 39 pequeños reinos que surgieron tras el desmoronamiento del Califato de Córdoba, en el siglo XI. Si se le añaden los cinco reinos cristianos que había entonces en la península Ibérica, suman 44 teselas de un complejo mosaico político. Tan sólo una menos que las que componen el actual mapa de las cajas de ahorros. Con el agravamiento de la crisis financiera y económica, y el paulatino deterioro de los balances de las entidades, la excepcionalidad de un sistema financiero con un número de competidores tan elevado se hace cada vez más patente. La necesidad de encarar un proceso de concentración y redimensión ha sido enunciada por todos los agentes, desde las propias cajas, hasta la CECA, pasando por Gobierno, los sindicatos y el mismísimo Banco de España.

Ahora bien, al llegar el momento de plantear la integración de entidades surge uno de los dilemas perennes, y aparentemente irresolubles, dentro de la industria de las cajas de ahorros: la dificultad para llevar adelante fusiones entre entidades de diferentes comunidades autónomas, la maldición de los reinos de taifas.

Los directivos del sector consultados al respecto mantienen una posición unánime. Las combinaciones interregionales tienen más sentido económico que las intrarregionales. Porque producen menor solapamiento de las redes de sucursales, porque conllevan menos despidos, porque contribuyen a reducir la concentración de riesgos y porque suponen un menor coste para el contribuyente, en los casos de cajas con problemas. "La inmensa mayoría de los gestores de cajas nos sentimos más cómodos cuando hablamos de fusiones en parámetros de gestión empresarial", apunta un ejecutivo de una caja catalana. "Si las cajas fuéramos bancos, jamás se daría este debate. Se abordarían las operaciones que tuvieran mayor sentido económico y financiero, sin mirar la procedencia de ninguna entidad", explica un directivo de una caja castellana.

El problema es que esta visión se mantiene entre los cajeros desde hace varios lustros. Valga como ejemplo esta declaración de 1996 de Braulio Medel, actual presidente de Unicaja y que hace 13 años era presidente de la CECA: "Sería conveniente modificar la Ley de Cajas Lorca para permitir en el futuro la fusión de cajas de distintas comunidades autónomas. Si dos cajas de distintas comunidades están de acuerdo en fusionarse será porque consideran que pueden atender bien las necesidades de sus respectivas comunidades".

Precisamente la reforma de la citada norma sigue siendo una de las cuestiones prioritarias para favorecer las fusiones interregionales. Mientras el Gobierno autonómico de turno mantenga el poder de veto sobre las operaciones de concentración, la probabilidad de ese tipo de fusiones es mínima. Un buen ejemplo es lo que está sucediendo con el futuro de Cajasur, aunque razonamientos similares pueden aplicarse en Cataluña o en Castilla y León. Cierto es que lo acaecido con la fallida integración entre Unicaja y Caja Castilla La Mancha tampoco es el precedente ideal para las fusiones entre entidades de dos comunidades autónomas distintas.

De todas formas, la supresión del poder de veto autonómico tampoco sería suficiente para propiciar las uniones entre cajas de diferentes comunidades. "Las cajas de ahorros tenemos un trastorno bipolar", bromea el directivo castellano. "Las asambleas, máximo órgano de gobierno de las cajas, están controladas en mayor o medida por las fuerzas políticas de la región y sin su aprobación no es posible promover una fusión de ningún tipo". Una de las vías para evitar, o al menos limitar, la elevada politización de las cajas es reducir el tope de representación de administraciones públicas desde el 50% actual a un 25%, y limitar la usurpación de la cuota de poder de los impositores por parte de otros sectores representativos, tal y como reclama el presidente de la CECA, Juan Ramón Quintás. Sin embargo, esta medida llegaría ya demasiado tarde para conjurar la maldición de los reinos de taifas.

Daño a la imagen del sector

"Es preocupante que en España no se puedan realizar fusiones interregionales", comenta el presidente de una caja de ahorros. "¿Qué dirán las agencias de rating o el Financial Times cuando vean esta limitación del sistema?". Este directivo se muestra preocupado por el deterioro de la imagen del sector, y las dificultades para acudir a la financiación en los mercados mayoristas.

Precisamente el agravamiento de los problemas económicos, causado en parte por esa limitación al acceso a los mercados de funding, contribuirá a eliminar los recelos a las fusiones interregionales. Una de las consignas más repetidas entre los ejecutivos del sector es que el deterioro económico va a catalizar este tipo de combinaciones. "Con el aumento de la morosidad y el estrechamiento de márgenes, el recurso a fusiones interregionales se va a volver imprescindible", asegura un directivo de una caja gallega. "Hasta ahora se ha crecido mucho gracias al aumento de volúmenes de negocio. Pero esa etapa acabó y ahora es necesaria la reestructuración del sector", apunta.

El pistoletazo de salida para ese nuevo mapa será la aprobación del decreto sobre el fondo de reordenación del sector. "Cuando todos conozcamos el campo y las reglas del juego empezaremos a movernos". La solución al enigma podría empezar esta misma semana.

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Sobre la firma

Miguel Moreno Mendieta
(Madrid, 1979) es licenciado en Derecho y Economía por la Universidad Carlos III. También cursó el Máster de Periodismo de El País. Se incorporó al periódico Cinco Días en 2006, tras pasar por la web de El País y Mi cartera de Inversión. Escribe sobre el sector financiero, con un foco especial en fondos de inversión y los seguros.

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