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Columna
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General Motors concreta su plan

El último esfuerzo reestructurador de General Motors parece su primer intento verdadero de acogerse al Capítulo 11, excepto por el nombre. El plan del nuevo presidente, Fritz Henderson, establece más recortes de costes y reducción de marcas, ofrece a los bonistas la posibilidad de intercambiar sus bonos por patrimonio e incluso propone al Gobierno de EE UU cambiar la mitad de sus préstamos por acciones. Pero aún podría ser insuficiente para evitar la bancarrota.

Para empezar, la reorganización podría dejar al mayor grupo individual de acreedores con la mayor parte de la carga, quizá incrementando su buena voluntad para aprovechar sus posibilidades en el propio Capítulo 11. No necesariamente los tomadores de los 27.500 millones de dólares en bonos no garantizados conseguirían sólo parte del capital y no dinero.

Podrían recibir sólo el 10% de la reestructurada compañía. Mientras tanto, los trabajadores podrían quedarse con el 39% en concepto de los 10.000 millones de su mutualidad sanitaria (de UAW) y el Gobierno de EE UU podría acabar poseyendo al menos la mitad de una reconstituida GM. Esto puede ser bastante para persuadir a un buen número de bonistas a rechazar el plan.

Pero incluso si los bonistas aceptan, el balance de GM podría todavía estar cargado de pasivo: alrededor de 6.000 millones de dólares de deuda garantizada, préstamos y al menos 10.000 millones de dólares del Gobierno. Y el fabricante de Motown puede pronto deber quizá otros 6.000 millones a Gobiernos extranjeros. Además, GM podría todavía estar en deuda con la mutualidad de UAW.

Por supuesto, el nuevo plan de recorte de costes propuesto es alentador -la compañía apunta el recorte 7.000 millones de dólares anuales de costes fijos por echar el cierre a su marca Pontiac, despidiendo a más empleados y cerrando más plantas y más vendedores que los previstos en su plan de febrero-.

Pero el plan podría todavía dejar a GM con unos 46.000 millones de dólares de pasivo, muy poca caja y virtualmente controlado por el Gobierno federal. Incluso las estimaciones de GM fracasarán si las ventas de la industria del automóvil no superan los 15,3 millones en los próximos años -frente a los actuales 9 millones-.

Esto le deja posicionado precariamente para el futuro y deja el valor del nuevo patrimonio en cuestión. Para algunos acreedores, la bancarrota podría todavía verse como la opción menos mala.

Por Antony Currie

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