El Gobierno de EE UU fuerza la salida del consejero delegado de GM
Rick Wagoner dejó ayer su puesto como consejero delegado de General Motors. Quien desde 2000 fuera consejero delegado de la primera y más antigua automovilística de EE UU, fue forzado a dimitir por parte de una Administración que hoy mismo presentará las líneas generales de una segunda ronda de ayudas a esta empresa y a Chrysler.
El presidente de EE UU, Barack Obama dijo ayer en una entrevista en CBS que habrá que pedir "sacrificios a todos los implicados, gestores, trabajadores, accionistas, acreedores, proveedores, concesionarios". Hasta ahora ha habido muchos sacrificios en Detroit. Se han perdido miles de puestos de trabajo en los últimos años, más de 82.000 millones de dólares por parte de GM solo. Además, el debilitado sindicato, UAW, ha tenido que hacer concesiones inimaginables hace apenas unos años. Ayer, y según adelantó The Wall Street Journal, a todo esto se sumó la salida de un hombre que ha estado al volante de los momentos más duros de la empresa y por extensión de Detroit en su conjunto.
La dimisión de Wagoner ha sido un asunto recurrente desde que a finales del año pasado la compañía confesó que no podría ser viable sin las ayudas de estado, no obstante él siempre dijo que el consejo le apoyaba y que su puesto estaba seguro. En diciembre el Gobierno aprobó la concesión de préstamos por valor de 17.400 millones de dólares para GM y Chrysler. Adicionalmente les pidió un plan de viabilidad que tenía que ser presentado antes del 31 de marzo para decidir los siguientes pasos a tomar. GM contempla una transformación de gran calado que pasa por deshacerse de varias de sus marcas, Saab, Hummer, Saturn, y reducir significativamente la producción.
El Gobierno ha considerado que una de las cosas que tiene que aceptar la compañía es un cambio de dirección por eso, el viernes, Steven Rattner, el hombre que dirige el equipo que desde el Tesoro va a supervisar las ayudas públicas, llamó a Wagoner para pedirle que dejara la empresa. Acto seguido, Rattner se reunió con Frederick Henderson, que pasa de ser director de operaciones a sustituir interinamente a Wagoner al frente de la automovilística.
Ante la posibilidad de no poder acceder a una siguiente ronda de ayudas, Wagoner aceptó dejar la empresa. Se consuma así la mayor intervención estatal en una empresa privada en décadas. El Gobierno de George Bush también forzó la dimisión del responsable de AIG pero para entonces el Estado ya era accionista de la aseguradora. En el caso de GM, solo es un prestamista. El único que, hoy por hoy, tiene la automovilística. Poco antes del medio día se espera que Obama de a conocer las líneas generales de intervención en estas dos empresas, un plan que está dotado de unos 21.000 millones de dólares y que exige como contrapartida, entre otras cosas, una reducción de la deuda (algo que aún ha de negociarse con éxito con los bonistas)
Wagoner, un hombre de GM de toda la vida, cierra así una dirección convulsa que tuvo su primera dificultad con la crisis de 2001. El fabricante del Cadillac nunca se recuperó del todo de aquella corta recesión y aceleró el camino de su crisis desde entonces. En 2004 entró en unos números rojos que no han hecho más que crecer hasta ahora. Si bien es cierto que la crisis de la automoción es generalizada a GM se le ha echado en falta visión de futuro. Cuando otras empresas, mucho más eficientes, preparaban su estrategia de bajo consumo, GM confiaba su destino a SUV y otros automóviles bulímicos. El gran estratega del diseño, Bob Lutz, fue conocido por su desdén por las teorías del calentamiento del planeta.