El otro agujero de Detroit
General Motors y Chrysler han vuelto a pedir dinero al Estado para evitar un suspensión de pagos que, según los ejecutivos de estas compañías, significaría una liquidación segura. A la industria, incluso a sus competidores, les preocupa esta perspectiva, porque la caída de una empresa grande como GM puede tener efectos perniciosos en cadena en toda la industria del motor. Al Gobierno también le preocupa esta situación, sobre todo, por el efecto en el empleo.
Pero en Washington la situación también pone nerviosos a los encargados del fondo de garantía de pensiones (PBGC, en sus siglas en inglés) porque, en este sentido, Detroit es un gigante que puede causar un tsunami en un momento ya complicado para los inversores y el propio fondo.
La industria americana de la automoción se hizo protagonista social tras la posguerra. En 1950, y tras 104 días de huelga, General Motors y el sindicato UAW (Union Auto Workers) alcanzaron un pacto de paz social en forma de convenio de cinco años en el que la compañía, la mayor automovilística de EE UU, se comprometía a ofrecer seguro sanitario a los trabajadores y sus familias, pensiones e incrementos salariales en la medida en la que avanzaba la productividad. El acuerdo fue luego ratificado por Ford y Chrysler y se ha ido renovando hasta ahora. La revista Fortune lo bautizó como el Tratado de Detroit.
Después de tres años de superávit, el fondo de pensiones de GM tiene un déficit de 10.000 millones
El artífice sindical de este pacto fue Walter Reuther, un declarado socialista que, según contaba en The New York Times Roger Lowenstein, pidió a los magnates de la automoción que 'bajaran con nosotros a Washington y reivindicaran' prestaciones sociales federales.
Los ejecutivos no bajaron a Washington entonces. En aquellos momentos la economía soplaba favorablemente sobre sus velas y los costes eran asumibles, entre otras cosas, porque eran compañías relativamente jóvenes con apenas pensionistas.
Pero la juventud, obviamente, no resiste el paso del tiempo y las pensiones del fabricante del Cadillac son ya un problema mayor. GM ha bajado a Washington ahora, cuando está en crisis. A finales de 2008 para pedir una ayuda millonaria que le evitara suspender pagos y de nuevo la semana pasada para convencer al Gobierno de que necesita otra.
Los costes impuestos por el Tratado de Detroit elevan la cuenta sanitaria de GM por encima de la factura que paga en acero y ahora tiene casi medio millón de pensionistas.
El Gobierno de Barack Obama estudia la forma de salvar la situación.
El superávit que el fondo de pensiones de GM tuvo desde 2005 se ha convertido en déficit de 12.700 millones de dólares (unos 10.023 millones de euros) en 2008, según explicó el director financiero de la compañía, Ray Young, hace unos días. La empresa está estudiando opciones para tapar ese agujero. GM, que en 2003 duplicó su deuda a largo para financiar este fondo de pensiones, que luego gestionó de forma conservadora, tiene ahora un problema más que añadir a una larga lista.
Charles Millard, responsable hasta hace unas semanas del PBGC, dijo en enero a The Wall Street Journal que le preocupaban las automovilísticas de Detroit, GM, Ford y Chrysler, porque de ellas dependen 1,3 millones de pensionistas. Su agencia, que también está infradotada debido a la situación de los mercados, calcula que el agujero de los planes de pensiones de las tres empresas puede ser de 41.000 millones de dólares.
En circunstancias normales a Millard no le quitaba el sueño esta situación, porque dados los tiempos que corren muchas compañías tienen sus fondos en situación similar y la experiencia dice que se pueden recomponer las cuentas con el tiempo. El problema es que GM y Chrysler están con respiración asistida y el temor de Millard es que si alguna de las marcas de Detroit se colapsa y el garante tiene que cubrir el déficit, el suyo propio se duplicará. Además, los pensionistas recibirían cheques muy mermados porque el Congreso ha impuesto unos límites a las garantías.
Es un agujero más que sopesar cuando se examinen escenarios futuros para las empresas de Detroit.