¿Los bonos del Tesoro, la próxima burbuja?
Tras las caídas bursátiles y de los precios de los commodities, la opinión generalizada es que la última burbuja en activos financieros por explotar son los bonos del Tesoro, en especial norteamericanos. La rentabilidad del bono a 10 años ha subido desde comienzos de año unos 90 puntos básicos, hasta casi el 3%. Sin embargo, como todo en esta vida, cualquier valoración depende de con qué se compare, porque esta caída de precio del 5% es preferible a la del 8% acumulada por la Bolsa de EE UU. A más largo plazo, riesgo y volatilidad aparte, la rentabilidad media anual durante los últimos 20 años de este Treasury ha sido del 9% frente a un 5,7% del S&P 500.
No hay duda de los riesgos que supone invertir en bonos del Tesoro norteamericano como son, riesgo-país aparte, su dependencia de los gestores de reservas de los grandes bancos centrales en un momento en que estas partidas ya no fluyen con la misma alegría (sólo la reserva de China tiene en su poder 682 billones de Treasuries). Los otros dos focos de riesgo son los intentos por parte de la administración Obama y la Reserva Federal de reflactar la economía, tanto por medio de política fiscal como monetaria y el gran aumento de oferta de bonos para financiar estos déficits fiscales (más oferta igual a menores precios, a demanda es constante).
Sin embargo, sólo se debería utilizar el término burbuja para activos que no sólo han experimentado una fuerte apreciación sino que son además difícilmente valorables, como un portal puntocom sin ingreso alguno o una vivienda ofrecida a precio negativo (hipotecas del 120% del valor teórico sin garantía personal) a gente sin recursos, trabajo o historial crediticio. En un contexto de tipos oficiales a cero y en que la economía norteamericana registrará crecimiento nominal negativo este año y por debajo de su potencial el próximo, y en un momento en que los inversores deberían tener cuidado con las posibles sorpresas de la renta variable, nuestra opinión es que a estos niveles puede ser todavía un poco pronto para ponerse muy corto de bonos; a la crisis financiera todavía le queda cuerda para rato.
Antonio Villarroya. Jefe de estrategia global de tipos de interés de Merrill Lynch