El corralito ideológico y bancario de Miguel Sebastián
La soflama del ministro de Industria a los banqueros para que den crédito y dejen de agrandar la crisis económica es de los mensajes con graves oídos en los últimos años en un país occidental, y contribuyen un poco más a deteriorar la imagen de España en los mercados exteriores. "Al Gobierno se le está agotando la paciencia", ha dicho alto y claro tras una reunión en la que los banqueros explicaron que dán crédito sólo a la demanda solvente, y que evitarán en lo posible engordar la cartera de créditos dudosos que podrían terminar en la quiebra de alguna entidad. De culpar a Estados Unidos de la crisis, se ha pasado a encontrar culpable interior. Los cuatro millones de parados, a la espalda de los bancos, esos mismos sobre cuya solvencia y profesionalidad presumía Zapatero cuanto se acercó a ocupar una silla prestada en Washington.
Estos mismos argumentos los expusieron los banqueros el lunes al pesidente del Gobierno, señor Zapatero, y al vicepresidente y ministro de Economía, señor Solbes. Pero al ministro de Industria, parte integrante del Consejo de Ministros y que aspiraba a suceder a Pedro Solbes en la curia de la economía, no le han parecido explicaciones suficientes y "se le está agotando la paciencia". Creo que está sobradamente acreditado que en Estados Unidos y Reino Unido han sido los bancos quienes han arrastrado a la economía a una crisis muy dura. Pero en España tal aserto es muy discutible. Han distribuido crédito a mansalva a demandantes que creían solventes, y que como mayoritariamente han aportado garantías reales (las casas hipotecadas fundamentalmente), corren un riesgo relativo de impago. Pero si no pagasen no significa que los bancos pierdan el dinero, puesto que la garantía está para algo.
¿Quien es más culpàble de conceder crédito a mansalva, la oferta o la demanda?. Vamos a dejarmo en el 50%. En tal caso, la banca es sólo en parte responsable del endeudamiento elevado, como lo es de haber servido de vehículo de financiación del crecimiento del país del que hasta ahora se ufanaba el Gobierno. Pero desde luego si se eleva la dotación de crédito aunque sea con el dinero que el Tesoro a entregado a los bancos y cajas a cambio de activos de alta calidad, que no gratis, puede incrementarse el nivel de impagados hasta desequilibrar los ratios de capital de las instituciones. Y entonces sí tendremos un problema: habrá que recapitalizarlos, y a lo mejor con dinero público si no lo consiguen privado.
¿Será eso lo que pretende Miguel Sebastián?. ¿Querrá una quiebra bancaria para que el Estado llegue en su caballo negro a tomar posesión, en todo o en parte, de la propiedad de accionistas privados?. ¿Será esa la medida que se esconde tras la amenaza de que se agota la paciencia?. Hasta ahora los bancos españoles, al menos los cotizados, han recompuesto su capital hasta donde han creído necesario hacerlo para trener respetables ratios de Tier 1 y core capital, y como no tiene pringue subprime, no parace que se llegue al extremo Banesto en las hipótesis más feas de mora escenificadas por el Banco de España.
En Reino Unido, liberales donde los haya, el Gobierno ha entrado en los bancos, y contrala buena parte de su propiedad. Tres cuartos de lo mismo pasa en Alemania, Holanda, Irlanda, Bélgica, Luxemburgo o Estados Unidos. Y lo han hecho porque tenían pérdidas reconocibles de tal magnitud que estaban al borde de la quiebra; no había otra. Nacionalizar o estatalizar, como más guste al señor Sebastián. Pero esta especie de corralitos financieros pastoreados por los Gobiernos no son en absoluto necesarios en España, y no lo serán salvo que las soflamas de Sebastián y otros miembros del Gobierno, o de políticos insensatos de todos los grupos parlamentarios que se deben al voto popular, insistan tanto en la culpabilidad de los bancos en la crisis, que los particulares reaccionen y entren en el estado de pánico que se ha alcanzado en algunos países en el pasado.
Es muy delicado el asunto como para hacer comentarios como los que hizo el ministro de Industria. Puedo hacerlo yo, un humilde juntaletras sin influencia, pero no un miembro del Consejo de Ministros. Si desviamos toda la culpabilidad a la banca, estamos cargando una escopeta que no sabemos por dónde desahogará el tiro. ¿No será que ni a Sebastián ni al Gobierno, ni a los partidos políticos, ni a los sindicatos se les ocurre nada para solucionar la sangría de empleo que llevamos en los últimos meses y que seguirá en los siguientes?.
Las amenazas de Sebastián no ayudan a España. Habríamos alabado su conducta si hubiese pasado por Davos a defender la imagen de España.