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Comunidad Europea

Los mercados criban la deuda de los socios de la zona euro

Desconfianza hacia los países del sur y fe ciega en el bono alemán

El Parlamento europeo celebró ayer en Estrasburgo el décimo cumpleaños del euro. Los asistentes, con el comisario europeo de Economía Joaquín Almunia a la cabeza, resaltaron el éxito de la Unión Monetaria y su especial importancia en momentos de crisis como el actual.

Pero, por primera vez desde 1999, los mercados miran con creciente interés por debajo de ese manto monetario que cubre a 16 países. Y están descubriendo que sigue habiendo enormes diferencias en la situación económica y fiscal de los distintos socios.

Algunos analistas, en especial los anglosajones, ya se han apuntado a tesis apocalípticas como la inevitable desaparición del euro. Otros se conforman con la salida precipitada de alguno de los socios y colocan a Grecia como principal candidato a esa dramática primicia. 'La crisis actual constituye sin duda una piedra de toque para el euro', reconoció ayer Almunia en su intervención ante el Parlamento europeo. 'Pero se equivocan completamente los que piensan que la Unión Monetaria no está preparada para hacer frente a sus consecuencias'. Almunia cree, por el contrario, que 'si no existiese la moneda única, los efectos adversos de la crisis serían mucho mayores y muchos estados miembros estarían afrontando una gran volatilidad de sus tipos de cambio o, incluso, sufriendo ataques especulativos contra sus monedas'.

El optimismo del comisario, sin embargo, no impide que el precio de las emisiones de deuda pública empiece a acusar la creciente discriminación de los inversores entre los distintos socios de la zona euro. El diferencial de rentabilidad entre los bonos meridionales (Portugal, Grecia, Italia, Francia o España) y el atractivo bund alemán no ha dejado de crecer desde que se desencadenaron las turbulencias financieras en 2007. En estos momentos, la brecha es ya la más grande desde que empezó la Unión Monetaria en 1999.

Además de pagar más cara la colocación de la deuda, los estados con una solvencia más dudosa han visto incrementarse sus primas de riesgo por impago. Y, para colmo, el mercado secundario de bonos ha perdido gran parte de su liquidez salvo para los títulos emitidos por Alemania. Bruselas minimizó el año pasado esa tendencia e insiste en que los diferenciales siguen siendo menores que los existentes entre las monedas previas al euro y el marco alemán. Almunia aseguró ayer mismo que sin la Unión Monetaria 'los diferenciales serían muy superiores' y en algunos miembros del euro 'sus márgenes para combatir la crisis mediante estímulos fiscales serían menores'.

Las agencias de calificación, sin embargo, están rebajando la valoración a los países con mayor déficit y deuda pública o a los que, como España, afrontan una más que previsible recesión. Standard & Poor's anunció ayer que ha puesto en cuarentena la valoración AA- de la deuda a largo plazo de Portugal, con vistas a una probable revisión a la baja.

El mismo aviso recibieron la semana pasada Irlanda y Grecia. Y a España, que en 2004 consiguió el honor de codearse con la triple A del bono alemán, se le advirtió anteayer que la calidad de su deuda puede perder un peldaño este mismo mes.

Parece claro que si la Unión Monetaria no estalla, al menos habrá quedado claro con la crisis que no todos los socios son iguales.

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