_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Prolongando la agonía en EE UU

El desafortunado legado económico de George Bush quizá tenga un repunte inesperado. Las ventas de bienes duraderos de noviembre mostraron una cierta fortaleza y el gasto real de las familias subió al igual que la refinanciación de hipotecas. La masiva política monetaria y el estímulo fiscal pueden frenar el declive de la economía estadounidense e incluso revertirla. Pero sus costes aparecerán más tarde y quizá causen una segunda recesión que se achacará al tejano.

Incluso sin las inyecciones públicas, ahora hay dinero nuevo en la economía. La caída del precio del crudo y de las materias primas han permitido una rebaja del IPC al 1,2%, lo que implica que el modesto descenso del 0,2% en la renta familiar de noviembre representa un 1% de incremento en términos reales, del cual, un 0,6% es consumo. El otro 0,4% impulsó el ahorro de las familias al 2,8%, muy por encima del punto más bajo -1%- del periodo 2005-2007. Mientras tanto, la refinanciación de las hipotecas descendió al 48%, y el tipo hipotecario fue el más bajo en su historia. Los consumidores pueden así, tirar de la tarjeta de crédito y disponer de más liquidez gracias al menor coste de las hipotecas.

El aumento de dinero en manos de los consumidores y los tipos de interés más bajos parecen estar frenando la recesión. Las ventas de bienes duraderos de noviembre, excluyendo el transporte, mostraron un modesto aumento, el primero en los últimos cuatro meses. Así, el plan de estímulo del entrante Barack Obama puede producir una recuperación el próximo año, provocando que la crisis sea menos profunda y más corta de lo que podría haber sido.

Sin embargo, los estímulos tendrán un coste que se pagará en el futuro. El aumento del déficit presupuestario causará un aumento del coste de la deuda, dificultará la refinanciación y deprimirá nuevamente el mercado inmobiliario. Los tipos de remuneración del ahorro subirán, que en el caso del largo plazo puede irse a un 6%-8%. El precio de las materias primas rebotará con el tirón de la demanda de los países emergentes. El derroche monetario causará de nuevo inflación, y forzará los tipos de interés otra vez al alza.

El descomunal tamaño de los estímulos empujará a EE UU de nuevo a la recesión, formando una trayectoria de 'W'. Si los planes de socorro suavizan la intensidad de la caída, a cambio alargarán el periodo de agonía. Este es el cuestionable precio a pagar.

Por Martin Hutchinson

El petróleo en 2009

Arabia Saudí, el miembro más influyente de la OPEP, quiere un barril a 75 dólares, aunque lo tiene difícil para 2009. Hace un año, rondó los 100 dólares. Algunos analistas pronosticaron que subiría más y otros que caería con fuerza. Ambos acertaron. Primero se disparó a 147 dólares y luego se desplomó a 40. Pero pronosticar con el petróleo es especialmente difícil, porque el precio no solo responde a las leyes de la oferta y la demanda. Los flujos financieros influyen, sobre todo las divisas y la disponibilidad del crédito.La OPEP, el cartel del petróleo, dice que afrontará un masivo recorte de la producción de 4,2 millones de barriles/día, un 4% del consumo mundial. Si continúa adelante, los analistas creen que se produciría una escasez entre 1,7 y 2 millones de barriles al día en 2009. En teoría, esto elevaría los precios, quizá hasta los 75 dólares. El problema es que pocos creen que la OPEP cumpla su amenaza, aunque diga que ya ha recortado 1,7 millones de los 2 millones previstos en septiembre. Pero sumar otros 2,2 millones parece excesivo para los forzados Gobiernos de los países miembros.Por el lado de la demanda, toda apunta a caídas y precios más bajos. La recesión ya ha pasado factura, especialmente en EE UU, responsable del 80% de la caída total de la demanda de la OCDE en 2008. El precio podría irse a los 30 dólares, si no lo sostienen los recortes de producción.Luego están los factores financieros. Cuando regrese la liquidez, los compradores de petróleo -inversores y consumidores- dispondrán de dinero elevando el precio. Un dólar débil hace del crudo una inversión atractiva para otras divisas. Pero cuando los hedge fund necesiten liquidez, venderán con frenesí tirando el precio. Sin embargo, las condiciones crediticias probablemente no mejorarán el año próximo. Incluso si los bancos empiezan a prestar, el petróleo no saldrá muy beneficiado. Tras la debacle de 2008, llevará algún tiempo antes de que los fondos de materias primas vuelvan a estar de moda.Con problemas en la oferta, la demanda cayendo y escasez de crédito, el objetivo de los 75 dólares de Arabia Saudí parece lejano. Pero con la inundación monetaria por parte de los Gobiernos, hay riesgo de inflación. El petróleo, un activo tangible, parece una inversión segura, y una vez más, superada.Por Fiona Maharg-Bravo

Archivado En

_
_