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Desayunos Cinco Días

Diagnóstico para un sistema financiero enfermo

La naturaleza bancaria de la crisis la hace imprevisible y virulenta, con graves efectos sobre el tejido económico. Por eso se necesitan respuestas de gran calado.

Diagnóstico para un sistema financiero enfermo
Diagnóstico para un sistema financiero enfermoPABLO MONGE

Una respuesta rápida y coordinada de las autoridades a las amenazas planteadas por la crisis financiera es la única salida mediante la que los expertos ven algo de luz al final del túnel. A dos días de la cumbre del G-20, en la que no se tienen demasiadas expectativas por el limitado formato de la reunión, los sabios reunidos por CincoDías y Banco Madrid en un desayuno de trabajo consideran inevitables los efectos de la crisis en la economía real.

Una crisis para la que ninguno de los asistentes ahorra calificativos. 'La crisis de 1929 fue como si los feligreses dejaran de tener fe en la propia iglesia. Aquí es como si son los curas los que dejan de creer', explica Luis Regalado, director de banca privada de Banco Madrid, aludiendo a la sequía de crédito en el propio mercado interbancario.

Causas, diagnóstico, tratamientos fallidos o acertados y cuidados paliativos. Los símiles médicos -incluidas alusiones al más famoso de esta profesión, el televisivo Doctor House- centraron el debate alrededor de un paciente, el sistema financiero mundial, cuya enfermedad avanza con virulencia insospechada. 'El diagnóstico no se ha abordado porque el uso de derivados OTC no cotizados hace que la valoración del apalancamiento no se pueda hacer con precisión. Tenemos al enfermo en la UVI y tenemos que meterle el bisturí, pero no sabemos por dónde empezar', explica Pablo Anabitarte, director de distribución en España y Portugal de la gestora de fondos Fidelity.

De hecho, y pese a la complejidad de la crisis, los asistentes al desayuno están a grandes rasgos de acuerdo sobre las causas del crac financiero. Luis Carlos Croissier, presidente de Eurofocus y ex presidente de la CNMV, también alude al exceso de endeudamiento y la falta de transparencia como origen último de la crisis : 'Un largo periodo de enorme liquidez, un uso masivo de derivados que multiplica los apalancamientos. En ese contexto de liquidez, tipos bajos y derivados ha habido un endeudamiento enorme por parte de todos, pero el origen está en los bancos'. Luis Regalado añade que 'dentro de un boom de liquidez, hay que ver cuáles han sido los gravísimos fallos del sistema. Empezando por el control y la supervisión. Aparte de permitir apalancamientos excesivos, algunas entidades no estaban supervisadas por bancos centrales. Además, el mercado de derivados equivale a 10 veces todas las Bolsas del mundo, y está sin regular al 90%, no se conocían ni sus cifras del mercado. Y elementos que funcionaban como fedatarios públicos, las agencias de rating, es evidente que no han cumplido su misión. Todo ha llevado a errores en la valoración de activos que hacen que esa liquidez inicial se contraiga'.

Santiago Carbó, director del gabinete de análisis financiero de Funcas, apunta que 'no había regulación. ¿Como en un país como España, con los excesos cometidos en el sector inmobiliario, la crisis financiera se nota menos? Por tener un sistema regulatorio un poco más avanzado; el Banco de España fija provisiones anticíclicas, fue exigente en materia de recursos propios para productos estructurados y tiene un servicio de inspección encima de las entidades. Aprendió de la crisis del 1978-1982'.

Un endeudamiento excesivo

En cualquier caso, más allá de los debates sobre regulación, el origen de este crac financiero está en los abusos del pasado. 'No se puede someter a una tensión de crecimiento de dos dígitos a toda la economía. Si una compañía presentaba un aumento de beneficio del 4% decían que debería ser el 20%', explica José Miguel López-Frade, director general de Banco Madrid . 'Y si es una empresa cotizada', añade Croissier, 'decían 'está usted poco endeudado'. ¿Cuántas veces hemos oído eso a un analista?'. 'Un ratio de solvencia del 19% tenía una doble lectura: es usted muy solvente pero está poco apalancado', remarca López-Frade.

Santiago Carbó también habla de 'un sistema de incentivos fallido' a la hora de valorar los riesgos, además de que no se controlaba a los productos estructurados, 'en 2007 había jefes de supervisión de bancos de la Fed que no sabían qué era un CDO'. Carbó también hace referencia al fallo que supuso permitir la quiebra de Lehman: 'Tras ayudar a Bear Stearns o Fannie Mae se comete un error, que es dejar caer a Lehman. Había que enseñar que la disciplina de mercado funcionaba, pero a los dos días había que rescatar AIG'.

El efecto en cadena de la crisis y la actuación de los gobiernos centró también buena parte del desayuno. 'Tenemos una discusión un poco tonta sobre si los gobiernos ayudan a los banqueros', afirma Croissier, 'cuando todo el mundo ha tenido claro que la banca, en cuanto a suministradora de la liquidez y capacidad de crear dinero debe estar sometida a una regulación muy especial. La quiebra de un banco no es la de una fábrica de muebles. Por eso ahora todo pasa por estabilizar la situación de los bancos. Además, lo que parecía un fenómeno americano es europeo, global. Y una crisis global necesita respuesta global'.

En la misma línea se pronuncia Anabitarte. 'La crisis de 2000 se centró en la Bolsa; es muy distinto que cuando toca al sistema financiero, que funciona bajo la confianza y engrasa la economía. Las medidas para resolver la crisis deben tener en cuenta esta consideración. Claro que hay ciclos y que cada crisis es distinta, pero si ésta toca el sistema financiero hay que arreglarlo, porque los efectos colaterales pueden ser devastadores'. López-Frade, volviendo al símil médico, señala que 'tenemos un enfermo grave y hay que intervenir, pero si no se está quieto lo tenemos mal. Primero hay que anestesiarle; es necesario que cesen la volatilidad y la desconfianza'.

El día anterior al desayuno Estados Unidos anunciaba el cambio de enfoque de su programa de ayuda a la banca, que en lugar de comprar activos tóxicos inyectaría capital directamente en el sector financiero. Un cambio de agujas que genera incertidumbre, a ojos de Pablo Anabitarte: 'Hay que abordar medidas consensuadas y coherentes, pactadas en varias direcciones, porque si hacemos prueba y error las equivocaciones pueden alargar la duración de la crisis'. Pero Luis Carlos Croissier entiende que la complejidad de la crisis supere a las autoridades: 'El más listo se equivoca tres veces al día', pues el epicentro de la crisis se ha desplazado del sector hipotecario a la banca comercial, a la de inversión, a las aseguradoras de crédito y a las aseguradoras normales, multiplicando los focos de riesgo sistémico. Eso sí, señala que 'en Europa se ha reaccionado tarde y mal, aunque Gordon Brown haya reconducido la situación'. El ex presidente de la CNMV pide más coordinación de las políticas fiscales.

Luis Regalado señala que, en todo caso, 'subsidiar la economía no soluciona los problemas; ayuda a pasar el mal trago pero no arregla el problema de fondo'. Carbó matiza que 'se trata de métodos paliativos, no curativos; el problema se podrá arreglar en función de los incentivos que se creen'.

Todos los expertos hacen referencia a la gravedad de los efectos de la crisis financiera sobre las pequeñas empresas que necesitan liquidez. López-Frade habla incluso de una 'selección natural negativa', pues los bancos tienden a dar más crédito a las empresas más endeudadas para limitar el riesgo de moral. 'Si un pequeño comercio cierra es una pérdida irreparable. Y hay mucho pequeño comercio y pequeña industria con problemas'. Croissier añade que 'una empresa puede funcionar cobrando a 30, 60 o 90 días, pero no puede pasar de 30 a 90 días; eso la mata. Los problemas con el circulante son críticos', apunta, antes de añadir que, 'además, había que plantear qué se hace con las familias con problemas. Si unos cientos no pueden pagar sus deudas es un problema. Pero si son cientos de miles es un gran problema político, social y económico'. Aunque añade que 'es necesario que se corrijan los desequilibrios de economías que han consumido más de lo que producían'.

Finalmente, y aunque Anabitarte reclama también que cada cual cargue con su cuota de responsabilidad individual en los excesos cometidos, 'porque si no nos encontraremos en otra burbuja pronto', Luis Regalado matiza que 'hay cosas que los individuos no van a arreglar'. Añade que 'si uno mira el origen de la crisis, la resolución vendrá por reducir el crédito. De que lo hagamos de forma ordenada o no dependerá la magnitud y la duración de la crisis. Pero hay que reducir este endeudamiento'.

Soluciones globales para una crisis global

Ante la gravedad y extensión de la crisis, los expertos tienen claro que sólo con la coordinación y la actuación decidida se pueden limitar los daños. 'Yo pondría el acento en la necesidad de coordinar políticas económicas. De que se bajen tipos, de concertar políticas fiscales, de incurrir en déficit, de colaborar con el BCE, no sólo bajando tipos, monetizando deuda si hace falta... Y medidas de apoyo social y sectorial, sabiendo que cuando salgamos de la crisis financiera hay un ajuste real', dice Croissier.Pablo Anabitarte considera que 'está muy bien el carácter global, pero me gustaría tener un plan B por si no hay políticas concertadas; medidas que den confianza en el sistema financiero español; quizá si esperamos grandes medidas globales nos podemos llevar una decepción o la aplicación sería tardía'. Luis Regalado, algo menos pesimista, apunta que 'la solución ya está en marcha y eso hay que trasladarlo. Las medidas van a ser efectivas, aunque requerirían coordinación para restaurar antes el problema de confianza'.'Yo valoro positivamente los planes de ayuda del Gobierno, la ayuda está de camino, y si hace falta más llegará. Soy más escéptico con el día después; qué se va a hacer con la supervisión y no va a ser posible cerrar las lagunas. Salvaremos ésta pero en un tiempo tendremos una crisis motivada por los errores que vamos a cometer ahora. López Frade hace peticiones más directas: 'Un pacto para mantener los tipos en el 1% durante dos o tres años y un pacto para mantener estabilidad en los tipos de cambio. Eso restaría volatilidad e incertidumbre. Y se podrían plantear moratorias fiscales'.

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