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Tribuna
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Obama, con todo a favor

Llegando al día de las elecciones presidenciales en EE UU, el candidato demócrata, Barack Obama, tiene una ventaja del 7%, según el promedio de los sondeos (51,2%-44,2%), frente a su rival, el republicano John McCain. Algo más del 2% del voto se dividiría entre los otros candidatos (Ralph Nader y Bob Barr), mientras que hay casi un 3% de indecisos.

A nivel estatal -quitando los 10 Estados donde el margen a favor de uno u otro es de menos del 5%- el promedio de los sondeos daría 278 votos del Colegio Electoral -ocho más de los que se necesitan para ganar- a Barack Obama y sólo 132 a John McCain. Otros 128 votos quedarían en el aire hasta que se conozcan los resultados finales de estos Estados competitivos. Pero si se asignan todos los votos del Colegio Electoral, según los sondeos más recientes ganaría Obama por 353 votos ante 185.

De todas formas, hay 14 Estados en los que Bush ganó en 2004 pero que ahora están en juego. Es una larga lista de Estados en los que McCain tendría que ganar si al final no es capaz de ganar en ninguno de los que conquistó Kerry en 2004 (Pensilvania, por ejemplo). Estos incluyen los 10 Estados con márgenes de menos del 5% mencionados arriba, y cuatro más (Nevada, Colorado, Nuevo México y Iowa) donde Obama va ganando ahora por más del 5%. Obama tiene una ligera ventaja en cuatro de los Estados competitivos (Florida, Carolina del Norte, Virginia y Ohio) pero cuenta con posibilidades interesantes en casi todos los demás donde McCain mantiene una ligera ventaja (Misuri, Indiana, Dakota del Norte, Montana, Arizona y Georgia).

Si McCain gana en estos 10 Estados competitivos -algo no muy probable- y pierde los cuatro Estados Bush (Nevada, Colorado, Nuevo México y Iowa) donde Obama gana ahora por más del 5% (muy probable), acabaría con 260 votos electorales, 10 menos de los que necesitaría para la victoria. La única manera para McCain de ganar en estas circunstancias sería ganar en Pensilvania (donde los sondeos dan a Obama una ventaja de más de 7 puntos) o ganar en otros dos Estados en juego (como, por ejemplo, en Nevada y Colorado, o en Nuevo México y New Hampshire). No parece un resultado factible, aunque sí, todavía es técnicamente posible.

Por otro lado, es perfectamente factible que Obama gane incluso en los 10 Estados competitivos, alcanzando una victoria aplastante en el Colegio Electoral (406 a 132). Con este panorama, no es sorprendente que más del 70% del electorado crea que ganará Obama, que más del 90% de las apuestas online recibidas por InTrade hayan sido por Obama, y que las proyecciones de FiveThirtyEight.com le den a Obama una probabilidad de 96,4% de ganar el voto popular y una de 97,4% de ganar en el Colegio Electoral.

Por lo tanto, es casi seguro que Obama gane en las elecciones de hoy, y lo más probable es que los demócratas hagan también avances significativos en el Congreso. Su margen en la Cámara baja probablemente aumentará del 235-199 actual a 260-174, y su dominio en el Senado (51-49 en la actualidad) llegará (58-42) casi al umbral de la supermayoría (60-40) necesaria para controlar por completo la agenda legislativa.

¿Qué significaría todo esto para España? Lo más probable es que constituiría el primer paso hacia la normalización de las relaciones políticas entre EE UU y España, después de más de cuatro años de enfriamiento entre los dos Gobiernos. El hecho de que España no haya sido invitada, todavía, a la cumbre financiera prevista para el 15 de noviembre en Washington puede ser interpretado (por lo menos parcialmente) como un último castigo, por parte del presidente Bush, al Gobierno de Zapatero por su retirada de las tropas españolas de Irak. Hay fuertes señales de que una Administración de Obama cambiaría radicalmente la actitud de desprecio y distancia que ha adoptado Bush hacia Zapatero y sus proyectos (como la Alianza de Civilizaciones) durante estos años, y también de que el tono de Zapatero hacia EE UU mejoría bastante.

Incluso si Zapatero no consigue estar presente en Washington el día 15, es casi seguro que Obama le incluiría a partir de febrero en el proceso de elaborar un nuevo orden financiero y que el presidente del Gobierno español -contra todos los pronósticos de sus detractores en España y fuera- visitaría la Casa Blanca en algún momento en 2009 o 2010. La retórica negativa lanzada contra el Gobierno de Zapatero sería cada vez menos creíble y más difícil de sostener, y por primera vez en mucho tiempo presenciaríamos una colaboración política entre los dos Gobiernos muy activa y útil, incluso en asuntos relacionados con América Latina.

Si fuera posible especular en un hipotético mercado financiero basado en las relaciones políticas bilaterales, yo recomendaría una fuerte apuesta por los derivados apuntando hacia una mejora sustancial en la relación bilateral entre España y EE UU.

Paul Isbell. Investigador del Real Instituto Elcano

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