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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El efecto Kirchner y las divisas

Los mercados bursátiles registraron ayer nuevos recortes en las cotizaciones, tras jornadas de poco fundados rebotes, movilizados por las noticias macroeconómicas o los resultados empresariales. La volatilidad del precio de las acciones ha recuperado otra vez el control del mercado, tras unas jornadas del relativo sosiego generado por los planes de rescate bancarios europeos, y de los diversos instrumentos para recuperar el tráfico de liquidez en el interbancario. Pero el mar de fondo no ha cambiado: mientras la confianza trata de abrirse camino entre los agentes financieros, la posibilidad de una recesión global es cada vez más real, y poco a poco ajusta las valoraciones de todos los activos en todos los mercados.

En las últimas horas ha aparecido en el escenario un actor nuevo con una vieja solución. Argentina ha removido el fantasma de las nacionalizaciones de empresas con la estatalización de los sistemas de pensiones privados, gestionados en parte por BBVA. Analistas e inversores se han puesto en alerta ante la posibilidad de que se extienda la incautación de la propiedad a otros activos, en un mercado en el que las empresas españolas tienen un alto grado de exposición.

El recuerdo de la suspensión de pagos del Tesoro argentino es muy reciente, así como el bloqueo de la liquidez de particulares y empresas con el corralito financiero de 2000, y parece cierto que la nacionalización actual de las pensiones tiene más que ver con la falta de recursos fiscales del Gobierno de Buenos Aires que con supuestas descapitalizaciones de los fondos.

Sea como fuere, el mercado se ha puesto en guardia y ha castigado de forma abultada a las grandes sociedades españolas que tienen intereses en América Latina. Repsol, Telefónica, BBVA o Santander registraron ayer fuertes descensos en sus cotizaciones, por el temor al contagio nacionalizador de la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, que, una vez más, ha optado por la vía equivocada: decisiones financieras que afectan gravemente a la propiedad y que no son el mejor ejemplo para restablecer la confianza quebrada en 2000 y atraer el capital exterior que Argentina necesita más que nadie en Latinoamérica para recomponer su economía.

Al efecto Kirchner se sumó ayer un nuevo movimiento reforzado de los mercados en la búsqueda de un equilibrio del precio de los activos, coherente con una situación de crisis global. El dinero busca sin descanso los activos más seguros y rentables y, como en crisis anteriores, se refugia en el dólar, pese a la situación recesiva en la que puede entrar EE UU. Todos los activos nominados en dólares tienen ahora un plus de calidad frente a los emitidos en euros o libras, que ayer cayeron a cambios desconocidos desde hace años.

Las divisas periféricas, especialmente las latinoamericanas, están recogiendo ahora depreciaciones adicionales a las que ya les ha proporcionado el desplome de las materias primas. El peso mexicano y el real brasileño, en los que las empresas españolas tienen influencia determinante y reflejo directo en sus cuentas de resultados, han sido severamente castigados en las últimas jornadas. Cuando se recupere la visibilidad a nivel mundial, cada divisa volverá a su sitio, pues a fin de cuentas las economías brasileña y mexicana han alcanzado un notable grado de madurez y atractivo.

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