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Columna
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Argentina vuelve a las andadas

El intento de Cristina Kirchner de hacerse con las pensiones privadas puede no tener éxito -debe ser ratificado por el Congreso-. Incluso, refuerza la inseguridad de la propiedad privada en Argentina, y muestra que la reforma económica es imposible cuando los activos privados son objeto de confiscación por el Estado.

El sistema de pensiones privadas de Argentina fue instituido en 1994, momento en el que Argentina fue el caso típico para las reformas económicas del Consenso de Washington, incluida la reprivatización y la financiación apropiada de las pensiones. Sobrevivió a la crisis argentina de 2001-2002, acumulando activos por 40.000 millones de dólares, mientras mantenía relaciones con el Gobierno para colocar cerca de la mitad de sus activos en los bonos del Gobierno.

Ahora 30.000 millones de dólares mantienen su valor (de los cuales 13.000 millones representan activos independientes del Gobierno) y 5.000 millones de dólares de cash flow anual han resultado irresistibles para un Gobierno de izquierdas falto de dinero. Con el precio de los servicios básicos cayendo bruscamente, la liquidez internacional estrechándose y Argentina todavía sometida a restricciones de préstamos internacionales por su default en 2003, había un desfase de 10.000 millones de dólares de financiación de la deuda que vence antes de diciembre de 2009.

Argentina ha confiscado repetidamente los ahorros de su clase media, como en 2002 cuando convirtió por la fuerza los ahorros en dólares en pesos a una tasa fuera de mercado. Por consiguiente, la clase media mantuvo la mayor parte de sus ahorros fuera. Aquellos ahorros eran así inservibles para el desempeño de los pequeños negocios domésticos, enormemente perjudicial para el crecimiento potencial de la economía a largo plazo. El sistema de pensiones fue la segunda mejor solución para este problema pero es también ahora expropiado.

La inseguridad de la propiedad privada en Argentina, y el reconocimiento por parte de los ciudadanos de esta inseguridad, explica por qué las reformas se han demostrado inefectivas. Los mecanismos del mercado son de poco valor si los ciudadanos no confían en su longevidad. A pesar de sus abundantes recursos naturales y su modesta densidad de población, el PIB per cápita es hoy poco más alto que en 1950, un pésimo rendimiento inigualable fuera de África.

Argentina es una democracia, por tanto su Congreso puede hacer lo correcto y rechazar la confiscación de Kirchner. Sólo con semejantes barreras constitucionales contra el saqueo puede ser preservada la propiedad y mejorar estándares de vida; en este caso pueden no demostrarse bastante fuertes.

Por Martin Hutchinson

Lehman post mortem

La prudencia indica que las autoridades de EE UU han cometido un tremendo error no salvando a Lehman Brothers. ¿Pero fue realmente tanta tragedia?Hank Paulson no anticipó, casi con certeza, el pánico global que azotó a los bancos, que fueron cayendo como fichas de dominó. Y claramente, en la consiguiente conflagración, los accionistas y los especuladores han salido quemados. Los contribuyentes de todo el mundo han tenido también que comprometerse con los 2 billones de dólares de rescate de la industria.Pero recuerden que esta crisis no surgió de un cielo azul. Wall Street y la City de Londres han estado en una borrachera de préstamos durante muchos años. La burbuja tenía que reventar. Y, tras hacerlo el año pasado, el apalancamiento salió del sistema.Si Lehman hubiera sido salvado, se podía haber evitado un mes de cataclismo. Pero habría sido una sucesión de minicrisis bancarias. Tal fallecimiento en un millar de pedazos -similar a uno sufrido por Japón en los años noventa tras el pinchazo de su burbuja- habría sido menos dramático pero podría, en última instancia, haber sido más debilitante.La quiebra de Lehman puede haber sido el toque de diana que los Gobiernos necesitaban. Esto también aterrorizó a la industria bancaria tanto que se habían preparado para beber bastante de su desagradable medicina. No todo lo que las autoridades han hecho ha sido perfecto. Pero la amplia propuesta de relleno de los bancos con capital y la separación de su adicción a los préstamos a corto plazo no parece haber traído sólo el inmediato pánico del final. Ha puesto a las finanzas de la industria sobre un más sano equilibrio a largo plazo.Por tanto, la quiebra de Lehman puede no haber sido un tremendo error después de todo. Es demasiado pronto para estar seguro. Pero la historia puede terminar en última instancia más como un follón afortunado.Por Hugo Dixon

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