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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa toma las riendas

Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, Europa tiene la oportunidad de asumir el liderazgo en la regulación y supervisión de los mercados financieros, una labor que parecía monopolio de EE UU. Como afirmó ayer el presidente francés, Nicolas Sarkozy, 'no tenemos derecho a dejar escapar la oportunidad'. Con buen criterio, el Consejo Europeo reunido el miércoles y el jueves ha reclamado la convocatoria inmediata de una conferencia internacional que impulse una reforma exhaustiva del orden financiero mundial.

España debe participar plenamente en el diseño del nuevo orden. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, hizo bien en reclamar ayer su puesto en la mesa. En definitiva, puede presumir del sistema financiero español -uno de los mejor regulados y seguros del mundo- que podría incluso servir como modelo. De momento, Zapatero cuenta con el apoyo del primer ministro británico, Gordon Brown, pero necesitará otros padrinos si quiere tener plaza.

No debe sorprender el apoyo del premier inglés, probablemente influido por la solidez del sistema financiero español que ha podido comprobar de manos del Santander. No en vano la entidad española ha acudido en su ayuda para solucionar parte de los problemas que han azotado la City. El modelo que defiende Emilio Botín, y que le ha permitido ser una de las entidades mejor gestionadas del mundo, se basa en los fundamentos clásicos de la banca: conocimiento de los clientes, prudencia en los niveles de endeudamiento, control del riesgo y prepararse para los ciclos económicos. Quizá los que deban perdurar en el futuro.

Europa quiere que la primera reunión se celebre inmediatamente después de las elecciones en EE UU (4 de noviembre) y sin esperar a que el presidente electo asuma el cargo. Debe ser así si los europeos quieren retener iniciativa, porque si dejan pasar mucho tiempo el recién elegido -sea Barack Obama o John McCain- no aceptará precipitarse a una cita tan trascendental sin antes haberse situado plenamente en la Casa Blanca. Eso retrasaría, al menos, hasta primavera de 2009, el arranque de Breton Woods II, como empieza a llamarse a la reunión en alusión a la conferencia que en 1944 creó el FMI y el Banco Mundial.

El nuevo orden deberá garantizar que la supervisión financiera se adapte a la dimensión transnacional de los actuales mercados. Y deberá poner coto -o prevenir- los excesos que han desencadenado la crisis actual: desde unas remuneraciones que incentivan la irresponsabilidad a unas agencias de calificación que valoran unos activos que también comercializan.

Pero la UE también tiene que hacer sus propios deberes. El momento es el propicio para avanzar hacia una coordinación mucho más estrecha entre los supervisores nacionales y para diseñar un mecanismo de actuación ágil y eficaz ante la posible crisis de un banco transfronterizo. Y sentar las bases para avanzar hacia una coordinación económica que permita a los 27 socios de la UE, o al menos a los que comparten el euro, acercarse hacia el objetivo de un gobierno económico europeo. Hasta hace poco esa meta parecía una quimera, pero la crisis ha puesto de manifiesto que no sólo es posible, sino imprescindible.

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