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Crisis financiera mundial

Bush advierte: "Sin el rescate de Wall Street la economía entera está en peligro"

El presidente de EE UU, George Bush, ni se anduvo con rodeos ni edulcoró el mensaje que ayer envió a la nación en un discurso televisado en 'prime time'. La histórica intervención que el Congreso negocia estos días para salvar a Wall Street y estabilizar los mercados financieros se necesita de forma urgente para evitar "una larga y dolorosa recesión". Según Bush, "nuestra economía entera está en peligro".

George W. Bush
George W. BushReuters

Con gesto grave y durante 15 minutos, el presidente pronunció un discurso desde la Casa Blanca con el que trataba de mandar el mensaje de qué significa para los americanos el plan de salvamento de los mercados financieros elaborado por Henry Paulson. Incluso los republicanos de su partido reconocen que los ciudadanos solo saben que el Gobierno les va a pedir unos 700.000 millones de dólares para salvar a un cierto número de empresas, algo más que extraordinario para un país capitalista como EE UU y para un Gobierno que ha sido más que laxo a la hora de poner límites o si quiera vigilar a la banca. El mensaje que el Congreso mandó a la Casa Blanca en las últimas 48 horas es que el paquete de rescate, tal y como estaba defendido y redactado no iba a prosperar si no había cambios y se transmitía la urgencia del mismo a los ciudadanos.

Ante la tesitura, Bush presentó un panorama muy oscuro. "Este rescate no tiene como objetivo ayudar a individuos, empresas o industria", dijo el presidente, "tiene como objetivo preservar la economía Americana en su conjunto". Sin acción del Gobierno, "América puede caer en un pánico financiero y se abrirá un escenario complicado. Más bancos pueden caer, la bolsa caerá más, lo que reducirá el valor de sus cuentas de pensiones. El valor de sus casas puede caer. Los embargos se multiplicarían rápidamente".

El presidente dijo que dada la situación los empresarios tendrán muy complicado obtener créditos por lo que muchas empresas cerrarán y millones perderán los trabajos. "Incluso si uno tiene una buena historia crediticia le será más difícil obtener un préstamo para comprar un coche, mandar a sus hijos a la Universidad, y finalmente, nuestro país podría experimentar una larga y dolorosa recesión".

EE UU ha llegado a esta situación gracias a unos tipos bajos y la cantidad de dinero que ha fluido a los bancos e instituciones financieras que han facilitado que los americanos accedan al crédito, explicó Bush. Es algo que ha tenido consecuencias porque además de excesos y malas decisiones "existía la falsa asunción de que el valor de las casas continuaría creciendo". El presidente no dedicó una línea de su discurso a decir que los reguladores habían mirado a otro lado desde hace años, dejando que se multiplicaran los excesos aunque si echó la culpa parcial de lo que ocurría a las hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac.

El Plan Paulson para comprar activos ilíquidos de bancos y otras entidades para desatascar el mercado del crédito, fue defendido ayer de nuevo por el propio secretario del Tesoro y el presidente de la Fed, Ben Bernanke, ante un comité del Congreso tan escéptico como el que les escuchó el martes en el Senado. Ante las críticas recibidas por ambos partidos Paulson aceptó ayer por la tarde introducir reformas en el proyecto para limitar la compensación de los ejecutivos de las empresas que se acojan a este rescate y posiblemente acepte que el Estado tome participaciones en ellas a cambio del dinero. Los congresistas reconocían ayer noche que se podía avanzar mucho más rápido ahora.

El presidente Bush llamó anoche a los dos candidatos a sustituirle, el republicano John McCain y el demócrata Barack Obama para participar el jueves en una sesión bicameral y bipartidista con los líderes en las Cámaras de los dos partidos "para trabajar en una solución que llegue a tiempo". Ambos han dicho que acudirán.

McCain dijo por sorpresa ayer al medio día que suspendía temporalmente la campaña para volver a Washington a trabajar sobre este Plan. También pidió a Obama que retrasaran el primer debate que les enfrentará el viernes. El demócrata se negó a la suspensión mientras crecía el recelo en Washington y en su campaña de que McCain estaba intentando sacar provecho de la situación y dar la sensación de una fuerte preocupación y compromiso cuando la ley estaba ayer en el camino de ser encarrilada para su aprobación. Las sospechas de oportunismo se ven reforzadas por el hecho de que Obama vuelve a despuntar en las encuestas y los americanos confían más en él desde el punto de vista económico.

El demócrata dijo que si sus compañeros se lo pedían o se necesitaba su presencia iría a Washington pero también señaló que hablaba continuamente con Paulson y con sus compañeros demócratas y nadie le había urgido a cambiar su campaña e interesarse por un proceso en el que no había estado desde el principio.

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