_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Europa y su energía negativa

No hay problema de velocidad en un rincón de Europa. Las partículas subatómicas se están moviendo tan deprisa como cualquiera podría desear en el recientemente activo Gran Colisionador de Hadrones (LHC por sus siglas en inglés). Pero el túnel franco-suizo es una excepción. Por encima del subsuelo, las cosas se están moviendo mucho más despacio.

La última previsión de la Comisión Europea, publicada el miércoles, recogió que virtualmente no habrá crecimiento del PIB para el resto del año, siguiendo a una pequeña caída en el segundo trimestre. Esto es un gran bajón sobre las previsiones de primavera. Entonces se esperaba que el crecimiento siguiese a tasas del 2% anual durante todo el año, casi mejor imposible para la vieja y rica UE.

No es necesaria la sofisticación de la física nuclear para explicar por qué la economía de la UE se ralentiza. Unas materias primas más caras, un crédito más restringido y el menor crecimiento en el mercado clave de las exportaciones han creado, entre todas, la fricción actual. Pero el éxito del LHC ­un proyecto de la más alta tecnología de 6.000 millones de euros con amplio respaldo europeo­ recuerda que la región se mantiene como una economía avanzada.

La ciencia atómica no es la única buena noticia subyacente. Las prestaciones sociales, el mayor lastre económico de la región, se han vuelto definitivamente menos asfixiantes. La tasa de desempleo es ahora ascendente, pero sólo después de bajar del 9% en 2004 al actual 6,8%, muy por debajo de lo que los europesimistas habían creído posible. El déficit de los Gobiernos, otro problema tradicional, está en general a niveles razonables.

En los próximos meses, las noticias económicas sobre la UE serán malas. Pero los elementos de una recuperación ya están juntándose. Las exportaciones deberían verse impulsadas por la caída del euro. La drástica bajada en los precios de las materias primas podría levantar los ánimos. Y mientras la tendencia regional a igualar los salarios a los precios corre el riesgo de hacer subir la inflación, también podría ayudar a acelerar el consumo.

La economía europea es menos misteriosa que el Big Bang que dio origen al universo, y que el LHC, en teoría, ayudará a dilucidar. Pero los economistas se han visto sorprendidos por la velocidad del reciente descenso europeo, aunque también pueden quedar desconcertados por una rápida e inesperada recuperación.

Por Edward Hadas

El club de los perdedores

Brasil ha rechazado unirse a la Organización de Países Exportadores de Petróleo. Los límites a la producción del cártel podrían dificultar sus planes para incrementar su producción. Rusia, por el contrario, quiere una cooperación amplia con la OPEP. Su decreciente producción le hace estar interesado en maximizar a corto plazo los precios. Los miembros del cártel parecen impulsados políticamente, pero en realidad es para productores petroleros perdedores.Los argumentos políticos son distintos. Brasil tiene amplias relaciones comerciales en un estrecho margen de bienes con el rico Oeste, particularmente con EE UU. De ahí que no se una a un club que EE UU considera potencialmente hostil. Rusia, por otro lado, está buscando reafirmarse internacionalmente y contrarrestar la hegemonía de EE UU. Coordinar sus movimientos con la OPEP podría permitirle usar su petróleo más efectivamente como una palanca geopolítica.Sin embargo, las motivaciones económicas no son menos importantes. Brasil tiene grandes esperanzas en sus nuevos campos petroleros en alta mar, y espera expandir su producción petrolera y buscar nuevos mercados en los próximos años. Lo último que necesita son restricciones en la producción impuestas por la OPEP.Rusia, en cambio, ha fracasado en satisfacer el potencial de sus reservas petroleras. Con 12 de sus 14 mayores campos petroleros previos a la caída de la Unión Soviética, está ahora pasando la cumbre de su producción petrolera, que declina ligeramente en 2008. De ahí que esté tomando un mayor control de sus restantes activos energéticos. Mientras Rusia probablemente no puede unirse a la OPEP por los temores de Arabia Saudí a perder el control, coordinarse con el cártel para maximizar a corto plazo los precios del petróleo tiene un sentido económico.Si productores de petróleo en expansión como Brasil continúan rechazándola, la OPEP disminuirá su importancia en los próximos años y puede perder su capacidad de control de los precios. Los países consumidores de petróleo pueden ayudar a este proceso más adelante al controlar su consumo y animar a países como Brasil a permanecer fuera de la OPEP.Por MartinN Hutchinson

Archivado En

_
_